No todos los suelos se limpian igual: los secretos para mantener cada tipo
Los suelos del hogar sufren desgaste diario y requieren cuidados específicos según su material para evitar daños, manchas o deformaciones.
El mantenimiento del hogar suele centrarse en tareas visibles como la limpieza de muebles o la renovación de pintura cada cierto tiempo. No obstante, una de las áreas más importantes y menos atendidas es el suelo, que sufre un desgaste constante por el uso diario. Ignorar su cuidado puede afectar tanto la estética como la funcionalidad de los espacios. El suelo, al ser la base de toda estancia, requiere atención especializada según su material. Su descuido prolongado puede derivar en reparaciones costosas o incluso en la necesidad de una sustitución total.
Existen múltiples tipos de suelos y cada uno exige un tratamiento distinto para conservar su apariencia y durabilidad. Algunos necesitan pulido periódico, otros protección contra la humedad o el uso de productos no abrasivos. También es clave evitar arrastrar muebles o utilizar alfombras que acumulen suciedad. Los métodos de mantenimiento varían, pero todos apuntan a preservar la integridad del material. Un suelo bien cuidado contribuye significativamente al valor y al confort del hogar.
Tipos de suelos y sus cuidados
- El suelo de madera. Destaca por su calidez y elegancia, pero requiere cuidados constantes para evitar daños por humedad y arañazos. Es recomendable utilizar productos específicos, mantener la superficie libre de suciedad abrasiva y aplicar barnices protectores de forma periódica. Además, conviene evitar el uso excesivo de agua durante la limpieza. La colocación de alfombras en zonas de paso ayuda a prolongar su buen estado.
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- Suelo de pladur. Aunque el suelo de pladur es menos común, su uso en interiores modernos ha crecido por su ligereza y versatilidad. Al ser un material más delicado, necesita protección contra golpes y humedad, así como una limpieza suave con productos neutros. Su instalación debe realizarse sobre una base firme para evitar deformaciones. No se recomienda en áreas de alto tránsito ni en ambientes húmedos.
- El suelo de cemento pulido. Se ha popularizado por su aspecto industrial y su resistencia al desgaste. Para conservar su apariencia, conviene aplicar selladores que eviten la absorción de manchas y faciliten la limpieza. Es resistente, pero puede agrietarse si no se instala adecuadamente o si sufre cambios bruscos de temperatura. Su mantenimiento es sencillo, aunque exige revisiones periódicas del sellado.
- El suelo de baldosa cerámica. Ofrecen durabilidad, variedad estética y facilidad de limpieza, lo que las convierte en una opción frecuente en cocinas y baños. Aun así, es fundamental cuidar las juntas, donde suele acumularse suciedad y humedad. Utilizar productos no abrasivos y evitar los golpes fuertes contribuye a prolongar su vida útil. También se recomienda revisar el estado del esmalte para mantener el brillo original.
- El suelo de mosaico. Destaca por su valor decorativo y su resistencia, especialmente en construcciones antiguas o de estilo clásico. Sin embargo, requiere una limpieza meticulosa para conservar sus detalles y colores. El uso de cepillos suaves y detergentes neutros es ideal para no dañar las piezas. Además, conviene sellarlo periódicamente para protegerlo del desgaste y la humedad.
- El suelo con moqueta. Proporciona confort térmico y acústico, pero acumula polvo, ácaros y manchas con facilidad, por lo que exige una limpieza constante. Se recomienda aspirarla varias veces por semana y realizar limpiezas profundas con vapor o productos especiales. Es sensible a la humedad y no se aconseja en zonas propensas a derrames. Un mantenimiento riguroso es esencial para preservar su aspecto y salubridad.
- El suelo de piedra. Se valora por su durabilidad y estética natural, siendo ideal para interiores y exteriores. Aunque es resistente, puede mancharse si no se sella correctamente, por lo que conviene aplicar productos protectores con regularidad. La limpieza debe hacerse con agua y jabón neutro, evitando el uso de químicos abrasivos. Su mantenimiento adecuado garantiza una larga vida útil y una apariencia impecable.
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