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La macabra historia del niño muerto en una maleta

Un niño aparece muerto en una maleta. Quien lo hubiera metido allí lo dejó con sus juguetes y rotuladores. Pero en los dos años que lleva muerto nadie denunció su desaparición. El caso desespera a la Policía, hasta que las iniciales del estuche de rotuladores acaban destapando la macabra historia de su muerte.

El estuche del pequeño | Policía Nacional

"Hallan a un niño muerto en una maleta en Mahón". Así empezaba todo hace unos pocos días. Entonces, nada anticipaba que tras ese titular se encontraba una de las historias más escalofriantes de los últimos meses. Se pensó que, una vez obtenidos los datos de ADN del cadáver se cruzaría con los datos de niños desaparecidos y se daría con la identidad del pequeño. Pero nada ha sido tan sencillo. Finalmente, la madre confesó que fue ella la que asesinó a su hijo –llamado César-, desvelándose poco a poco la trama que entretejió para ocultar su crimen. Esta es la historia.

La madre, Mónica J.F, tuvo a su hijo con apenas 18 años, en Galicia, de donde es natural. Al poco, rompió con el padre del niño, y se mudó con sus padres a la localidad de Noia. En 2007 Mónica decidió irse a vivir a Mahón (Menorca) con un novio al que había conocido por internet, dejando a su hijo con los abuelos. Quiso hacer una nueva vida, y ni siquiera le contó a su nueva pareja que tenía un hijo de 8 años.

Pero al poco de estrenar su vida en la isla balear, los abuelos enviaron de nuevo al niño con ella. Puede que porque considerasen que el niño debía estar con su madre, o porque eran demasiado mayores para atender a un pequeño. Y aquí es donde empieza a evidenciarse una frialdad sin límites en Mónica, cuándo ésta se entera de que sus padres han metido a César en un avión con destino Menorca el 10 de julio de 2008 e incluso habían trasladado el expediente escolar a la localidad .

A su pareja le contó que un sobrino suyo vendría a pasar una temporada con ellos. Pero que sólo serían diez días, le prometió. Para perpetrar la mentira obligó a su hijo a llamarla 'tía' para que nadie descubriera el engaño.

Pasado ese plazo, cuando se cumplía el décimo día, la madre dio un baño a su hijo. Y lo ahogó, porque estaba "agobiada por la situación". Según ha confesado ella misma, lo metió en una maleta, con las cuatro cosas que traía de Galicia – un estuche, un comic, varios cromos, rotuladores, algo de ropa...- se subió en el coche y lo abandonó en una zona poco transitada. Adiós César, ni rastro de él. O eso pensaba Mónica.

A su entorno, a su pareja, y al que le preguntara, le contó que su sobrino había vuelto a Galicia con su familia. Y siguió con la red de mentiras, durante dos años: chateaba con los familiares y amigos como si fuera César el que estaba al otro lado de la pantalla. En facebook, se hacía "fan" de los comic que le gustaban a su difunto hijo.

Los abuelos le enviaban regalos de cumpleaños y Navidad, que nunca les fueron devueltos. Mónica les contó que César había hecho la primera comunión en noviembre de 2008, cuando ya llevaba un año muerto, abandonado en una maleta. Para la presunta parricida, podría parecer el crimen perfecto, pero siguió mintiendo: le dijo a su pareja que sus padres habían muerto, para romper definitivamente con los lazos familiares.

Y así vivió dos años, con normalidad. Con su pareja, su trabajo, y César en el olvido.

La madre fingía ser César en internet

Hasta la semana pasada, cuando apareció la maleta. Pero la policía no tenía datos de ADN que coincidieran con el registro de menores desaparecidos. Nadie había denunciado la desaparición del niño sin nombre. Una pista, un gesto infantil, resultó clave para dilucidar de quien se trataba: en el estuche que había sido enterrado con él, en la maleta, César había puesto sus iniciales, como la mayoría de los niños.

Un hilo del que la policía siguió tirando, y descubrieron que había un menor que no había renovado su DNI en Noia (La Coruña) y que se ajustaba a esta descripción. La mentira se venía abajo, poco a poco.

La Policía contactó con los abuelos, quienes dijeron que el niño vivía con su madre en Mahón. A su vez, contactaron con Mónica, que les dijo que César vivía con sus abuelos y su padre en Galicia.

Todo se desmoronó, y la madre acabó confesando que mató a su hijo a sangre fría, en la bañera. Ahora está en prisión sin fianza, imputada por un delito de homicidio doloso con agravantes de alevosía y abuso de superioridad. Esta es la triste historia de César.

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