L D (EFE)
Riefenstahl, cineasta preferida de Adolf Hitler, había cumplido 101 años el pasado agosto en su cama, tras una reciente operación de cáncer. La cineasta, por encima de su relación con el nazismo y de los rumores de que fue amante de Hitler, fue un modelo de mujer emprendedora y vital, que empezó a practicar submarinismo con más de 70 años.
La directora rechazó siempre radicalmente las acusaciones de haber colaborado con los nazis y se consideraba víctima de una campaña de difamación sobre su persona a partir de 1945: "El 90 por ciento de lo que se dice sobre mí es mentira", aseguró en una ocasión al presentar un libro sobre su vida. "Hice El triunfo de la voluntad en 1935, mucho antes de la guerra, y recibí por ese documental todos los premios imaginables y a ningún periódico se le ocurrió decir que era una película de propaganda nazi. Después de la guerra, todos los periódicos empezaron a decir que sí lo era", solía decir en sus últimos años.
"Eso ocurrió porque perdimos la guerra y porque se hicieron muchas cosas horribles en nombre del pueblo alemán y había que buscar un chivo expiatorio, y me escogieron a mí porque había hecho la mejor película de la época", dijo una vez en la Feria de Fráncfort en medio de los aplausos de parte del público.
En "El triunfo de la voluntad", documental sobre un congreso del partido nazi, Riefensthal no veía diferencia esencial con respecto al resto de su obra, pues argumentaba que había aplicado en todas sus películas los mismos principios estéticos. "Trato de escoger siempre motivos positivos. No me gusta fotografiar gente enferma, no porque los desprecie sino porque quiero trasmitir optimismo", sostenía.
La directora rechazó siempre radicalmente las acusaciones de haber colaborado con los nazis y se consideraba víctima de una campaña de difamación sobre su persona a partir de 1945: "El 90 por ciento de lo que se dice sobre mí es mentira", aseguró en una ocasión al presentar un libro sobre su vida. "Hice El triunfo de la voluntad en 1935, mucho antes de la guerra, y recibí por ese documental todos los premios imaginables y a ningún periódico se le ocurrió decir que era una película de propaganda nazi. Después de la guerra, todos los periódicos empezaron a decir que sí lo era", solía decir en sus últimos años.
"Eso ocurrió porque perdimos la guerra y porque se hicieron muchas cosas horribles en nombre del pueblo alemán y había que buscar un chivo expiatorio, y me escogieron a mí porque había hecho la mejor película de la época", dijo una vez en la Feria de Fráncfort en medio de los aplausos de parte del público.
En "El triunfo de la voluntad", documental sobre un congreso del partido nazi, Riefensthal no veía diferencia esencial con respecto al resto de su obra, pues argumentaba que había aplicado en todas sus películas los mismos principios estéticos. "Trato de escoger siempre motivos positivos. No me gusta fotografiar gente enferma, no porque los desprecie sino porque quiero trasmitir optimismo", sostenía.
