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Pillan a una agente besando a un recluso y destapan su relación con dos criminales

La agente fue condenada por facilitar datos y hasta 20 móviles a un preso, permitiéndole seguir con su red criminal y ayudar a otro delincuente.

La agente, sorprendida besando al preso en la sala de visitas de la prisión. | GMP

Choni Kenny, una agente de policía de 27 años, ha sido condenada a tres años y nueve meses de prisión en la ciudad de Liverpool, en el condado de Merseyside (Reino Unido), por filtrar información confidencial a dos delincuentes con los que mantenía relaciones sentimentales. Kenny ingresó en la Policía de Greater Manchester en 2020. La investigación comenzó después de que las cámaras de seguridad de la prisión de Forest Bank, en la ciudad de Salford (Reino Unido), captaran a la agente besando en uniforme a Josh Whelan, un traficante de drogas de 31 años considerado un criminal consumado, con el que mantuvo un romance mientras él cumplía condena.

Según la investigación, Kenny no solo mantenía una relación con Whelan, sino que le suministró hasta 20 teléfonos móviles, permitiéndole seguir dirigiendo su empresa criminal desde el interior de la prisión. Además, fue vista junto a él en su BMW y ambos acudieron juntos a un restaurante Nando’s antes de que la agente se dirigiera al trabajo. Ese mismo día, realizó consultas en la base de datos policial sobre personas recientemente excarceladas. Las conversaciones mantenidas entre ambos revelaron que Kenny era plenamente consciente de que él se dedicaba al tráfico de drogas y llegó incluso a ayudarle a gestionar su red desde prisión.

Avisos desde dentro

Al finalizar su relación con Whelan tras la liberación de este en noviembre de 2022, Kenny inició un romance con Rahim Mottley, de 28 años y antiguo compañero de instituto, que estaba siendo investigado por la Policía de Greater Manchester. Cuando Mottley fue arrestado en España, donde residía parte de su familia y donde Kenny había pasado un tiempo con él, la agente consultó de nuevo los sistemas internos y le informó de una redada de armas de fuego planificada, prometiéndole "averiguar quiénes eran los soplones locales". Lo más llamativo es que esa promesa coincidió con su asistencia a un curso interno sobre manejo de confidentes policiales. Mottley fue finalmente extraditado al Reino Unido y condenado a dos años y cuatro meses de prisión tras admitir un delito de conspiración para cometer mala conducta en un cargo público.

Durante una vista que se prolongó durante dos días, el juez Neil Flewitt KC afirmó: "Has defraudado no solo a la GMP y a la comunidad a la que sirve, sino también a ti misma, a tu familia y a tus amigos". El magistrado explicó que las acciones de Kenny "no fueron motivadas por un deseo de obtener una ventaja financiera u otro beneficio, ni por malicia", sino que "fueron consecuencia de tu ingenuidad, inmadurez y deseo de mantener la amistad de Josh Whelan y Rahim Mottley". El juez añadió que ambos hombres "se aprovecharon y explotaron la disposición de Kenny para revelar información que podría beneficiarlos a ellos y a sus asociados criminales", advirtiéndole: "Debías saber que lo que estabas haciendo estaba mal".

El tribunal escuchó que la relación de Kenny con Mottley era "física pero casual", mientras que, en el caso de Whelan, la joven policía estaba "encaprichada". También se expuso que Kenny llegó a acceder a la declaración de una víctima cuando Whelan fue acusado de violencia contra una expareja.

Teléfonos, violencia y sobornos

En la vista se detalló que Whelan, residente en Purley Avenue, Wythenshawe (Manchester), poseía en prisión, entre 2021 y 2023, hasta 20 teléfonos móviles diferentes, financiados por Kenny. Además, el delincuente fue condenado por posesión de objetos prohibidos en prisión, tenencia de arma blanca, agresión agravada por motivos raciales, conducta amenazante y quebrantamiento de las condiciones de su libertad bajo fianza. En total, recibió dos años y ocho meses adicionales de prisión.

Por su parte, Mottley fue condenado a dos años y cuatro meses tras admitir un delito de conspiración para cometer mala conducta en una función pública. La agente, de Cheadle (Greater Manchester), admitió cuatro cargos de mala conducta en una función pública y uno de conspiración para cometer ese mismo delito.

La destitución de la agente

El jefe de la Policía de Greater Manchester, Stephen Watson, declaró que la agente Kenny "abusó de la posición de responsabilidad que se le había confiado. No se trató de un solo incidente, sino de múltiples que tuvieron lugar durante un largo periodo". Según Watson, "la mala conducta implicó una violación deliberada de las políticas, procedimientos e instrucciones que dejan perfectamente claro a los agentes y al personal que la información en los sistemas policiales siempre debe tratarse con cuidado y respeto". Añadió que la conducta delictiva incluyó "mantener relaciones íntimas no declaradas con dos personas con serias conexiones criminales".

El superintendente jefe Mike Allen, jefe de la Dirección de Normas Profesionales de la GMP, recordó que "siempre que recibimos informes de mala conducta de uno de nuestros agentes, llevamos a cabo una investigación exhaustiva" y subrayó que "las acciones de Kenny constituyen claramente corrupción grave y es correcto que ahora contemple su futuro desde tras las rejas del sistema penitenciario donde está actualmente encarcelada".

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