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Amando de Miguel

Así se lee un libro

A don Gabriel le parece un exceso que trate de "autoridad" a Carmen Calvo. Bueno, es una ironía.

Gabriel Ter-Sakarian Arambarri me envía algunos comentarios a mi libro La magia de las palabras (INFOVA, 2010), cosa que agradezco y que puede ser de utilidad para los libertarios amantes del lenguaje. Tendré en cuenta esas observaciones por si tengo que hacer una tercera edición del libro. Aunque ahora lo que me preocupa es culminar mi palimpsesto Memorias y desahogos, que saldrá de las prensas en septiembre. No tengo muchos escrúpulos de conciencia por los posibles errores que se puedan deslizar en los libros. Pero, si se pueden corregir, siempre se aprende algo nuevo.

Para don Gabriel los "idiotismos" no son las voces vulgares o no aceptadas (como decía yo, p. 15) sino las formas peculiares de cada lengua, difíciles de traducir a otras. En cambio, las expresiones incorrectas son simplemente vulgarismos. Una cosa más que he aprendido.

Dice don Gabriel que yo escribo "txirimiri" (= llovizna) (p. 19), pero que esa palabra no existe. Según él debe decirse "zirimiri". Realmente, yo escribo "chirimiri", como está en el Diccionario de Seco. La considero una palabra corriente del castellano. No en vano viví diez años en San Sebastián.

Don Gabriel duda de la tesis de Vicente García de Diego de que el sonido <chi>, en vascuence y en otros idiomas, se asocie a palabras relacionadas con la movilidad. Sin embargo, me aporta palabras en vasco que expresan muy bien esa asociación: "txirrinda" (= bicicleta), "tximista" (= relámpago) o "txindor" (= petirrojo). Yo prefiero "txantxangorri" para el petirrojo. De la misma estirpe móvil y ruidosa tenemos en español "chiquitear", "chiquillería", "chirigota", "chirlata" o "chisgarabís".

Don Gabriel rechaza mi afirmación de que en francés estén emparentadas las voces jaune (= amarillo) y jalousie (= celos). Una viene del griego (zelos) y otra del latín (galbinus). No obstante, don Gabriel apunta que, para los franceses, el amarillo es el color de los cornudos. Lo fundamental es retener que el amarillo se asocia con la cicuta y otros venenos. En el mundo de la farándula, el amarillo es tabú.

Don Gabriel asegura que "madalena" no está en el Diccionario, como yo digo (p. 52). Pero está. Véase el Seco y el Panhispánico. Hacen esa voz equivalente a "magdalena". Mi corresponsal asegura que es una traducción del francés Madeleine, por el nombre de una cocinera francesa, Madeleine Paulmier. Fue la inventora de ese bizcocho en 1845. En el libro doy otra versión, que me convence más. Recuérdense otras voces emparentadas: masa, mazacote, mazapán.

Don Gabriel difiere de mi apreciación al conceder que "trimensual" sería un neologismo (p. 67). La prueba es que está ya en el Casares (= se repite tres veces al mes). No lo dudo, pero es una voz confusa. En el Seco ya no está. La lógica me dice que, si "bimensual" es "dos veces a la semana", "trimensual" tendría que ser "dos veces al trimestre".

Mi corresponsal sostiene que la palabra glamour, en su origen, eran los elegantes que dominaban la grammar (= el hablar bien). Es claro que el uso en español ha degenerado un pco (p. 98).

Le extraña a don Gabriel que yo emplee "anglicano" en sentido de "inglés", referido al idioma. Pero otros lo han hecho.

A don Gabriel le parece un exceso que trate de "autoridad" a Carmen Calvo. Bueno, es una ironía.

Agradezco de corazón (o mejor, de mente) la atenta lectura que ha hecho don Gabriel de mi librito. Es claro que "leer" viene de "logos" (= comprender)

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