Es evidente que la crisis no es sólo local, sino que afecta a gran parte del mundo, especialmente entre los países desarrollados. Sin embargo, en España ha tenido un impacto mucho mayor que en los países de su entorno.
Y este proceso de caída de la economía y de falta de impulso para la recuperación ha coincidido con una caída del país en todos los índices que miden la libertad económica en el mundo. No parece una casualidad, según muestran estos mismos informes: la riqueza y el crecimiento van aparejados, casi siempre, con la libertad económica.
En el último de estos estudios publicados, el del Instituto Fraser de Canada, España se inició en 1980 con una nota media de 6,19. A lo largo de las dos siguientes décadas, su situación fue mejorando, hasta llegar a un máximo de 7,50 en 2004. Pues bien, desde entonces, coincidiendo con la llegada al poder de José Luis Rodríguez Zapatero, esta nota ha seguido una tendencia descendente, hasta llegar al 7,19 de 2008, último año del que se tienen datos completos. De esta manera, la clasificación muestra a España en el puesto 38 del mundo, por detrás de la gran mayoría de los países de la UE.
En esta pérdida de puntuación han influido más unos factores que otros. España ha caído en las cinco áreas que se miden en el estudio, pero en algunas lo ha hecho con mucha más fuerza. Así, en el apartado de "Libertad de comercio internacional", España ha pasado de un 8,27 en el año 2000 (puesto 17 del mundo) a 7,02 (puesto 56).
Además, hay otros dos aspectos en los que la foto española sale tradicionalmente borrosa: en los epígrafes "Estructura legal y derechos de propiedad" y "Mercado laboral y financiero" España siempre ha estado por debajo del puesto 70 y eso no ha cambiado en los últimos años. De hecho, en estas dos áreas la nota es de 6,48 (puesto 60) y 6,39 (puesto 70) respectivamente.