Alemania no se fía, y las reticencias de su elite política para conceder finalmente el crédito extraordinario prometido a Atenas crece por momentos. Berlín y París se comprometieron este domingo a imponer duras condiciones a Grecia para comenzar a inyectar el rescate acordado recientemente entre la zona euro y el Fondo Monetario Internacional (FMI), próximo a los 45.000 millones de euros a tres años a un tipo de interés cercano al 5% (inferior al del mercado).
El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaeuble, subrayó que Berlín podría, incluso, llegar a negar los préstamos de emergencia a Grecia en caso de que sus planes de ajuste fiscal presenten la más mínima duda acerca de su estricto cumplimiento. La ayuda prometida depende tan sólo de “si Grecia mantiene en los próximos años el plan de ahorro en el que se ha embarcado”, según señaló en una entrevista al rotativo alemán Bild. Además, no son pocos los que piden ya directamente la salida de Grecia del euro.
Berlín exige a Atenas que presente esta misma semana un detallado plan de ajuste fiscal para recortar el déficit público en los próximos tres ejercicios. Según la revisión realizada por Eurostat (la oficina estadística de la UE), el déficit ascendió al 13,6% del PIB en 2009, mientras que su deuda pública supera el 115% de la riqueza nacional.
De este modo, Alemania presiona a Atenas para que ponga en marcha nuevas medidas de austeridad y recorte presupuestario antes de desembolsar un euro. Quiere asegurarse de que Atenas no suspenderá pagos y podrá devolver el importe total del crédito internacional.
El jefe del Estado francés, Nicolas Sarkozy, recibe este lunes al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, en un intento de poner un poco de orden en las condiciones que se van a imponer a Grecia para el prometido desembolso de la ayuda europea.
Sarkozy y Barroso, que tienen previsto un almuerzo de trabajo en el Elíseo, discutirán la fuerte reticencia manifestada por los responsables alemanes para hacer un desembolso inmediato, en campaña electoral, conjugada con la urgencia para Grecia de poder responder a un nuevo vencimiento de un paquete de su deuda el próximo 19 de mayo. El mayor riesgo sería que Grecia no pudiera obtener el dinero a tiempo y que un eventual colapso tuviera un efecto en cadena de contagio a otros países de la zona del euro atacados por los mercados.
La ministra francesa de Economía y Finanzas, Christine Lagarde, advirtió el pasado fin de semana de que la ayuda a Grecia se le entregará "en función de las necesidades, y en caso de suspensión de pagos, apretaremos inmediatamente el pedal del freno".
Francia, con 6.300 millones de euros, es el segundo mayor contribuyente al plan de salvamento de Grecia de la zona del euro, cifrado en 30.000 millones, dinero que se sumaría a los 15.000 millones que podría aportar el FMI. El Parlamento francés inicia el próximo 3 de mayo la tramitación del proyecto de ley de rectificación del presupuesto que incluye una dotación de 3.900 millones de euros para Grecia a cuenta del ejercicio de 2010, informa Efe.
Con una deuda pública total de 265.000 millones de euros, Grecia precisa refinanciar cerca de 51.000 millones de euros tan sólo este año, y se ha comprometido con la Comisión Europea (CE) y el FMI a reducir su brecha fiscal en casi un 10% del PIB hasta 2013, así como a implementar amplias y profundas reformas estructurales para mejorar su competitividad.
Ante esta situación surge la duda de si la población griega estará dispuesta a asumir el sacrificio que supone la puesta en marcha de estas severas medidas de ajuste. Además, según las últimas estimaciones, el rescate de 45.000 millones no servirá para cubrir ni de lejos las necesidades reales de financiación que presenta Atenas, de modo que la inyección final podría oscilar entre los 80.000 y 185.000 millones de euros, por lo que numerosos analistas abogan por el default (suspensión de pagos y reestructuración de deuda).
Una cantidad muy considerable si se tiene en cuenta que la mayoría de los países de la zona euro incumplen con holgura el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que impone un déficit máximo del 3%. Además, 13 de los 27 países que conforman la UE tienen una deuda pública igual o superior al 60% del PIB.
Fuente: The New York Times
Exposición de la banca europea
Sin embargo, el posible impago de Grecia golpeará a la banca europea. Casi el 70% de su deuda pública (unos 213.000 millones de euros) está en manos de inversores extranjeros -la mayoría bancos- Las entidades que operan en Grecia poseen cerca de 38.400 millones en bonos griegos (el 8% de sus activos totales).
No existen cifras exactas acerca de la exposición de la banca extranjera a la deuda helena. Según las estimaciones realizadas por The Economist, en base a los datos del Banco Internacional de Pagos, los bancos franceses, suizos y alemanes serían los más expuestos a la deuda pública griega.
La banca francesa acapara casi el 25% del crédito exterior concedido al Gobierno heleno, la suiza el 21,1% y la alemana el 14,3%. Suponiendo que la mitad de los bonos griegos en manos de extranjeros pertenece a la banca (low estimate: unos 106.000 millones), la exposición de las entidades francesas ascendería a 27.000 millones, mientras que en el caso de Suiza y Alemania sería de 22.000 y 15.000 millones, respectivamente.
Sin embargo, asumiendo que casi la totalidad de la deuda helena en el exterior se encuentra en los balances bancarios (high estimate: 207.000 millones), la exposición escalaría hasta los 52.000 millones en el caso de Francia, 44.000 en el caso de Suiza, y 30.000 en el de las entidades alemanas.
En todos los escenarios es la banca gala la que saldría más perjududicada en caso de default (suspensión de pagos). El Gobierno de París es, casualmente, uno de los más partidarios del rescate griego, sobre todo, si se compara con las crecientes reticencias mostradas por Berlín.