¿Se acuerdan ustedes de la afirmación que hizo Zapatero el pasado septiembre en una entrevista al diario norteamericano The Wall Street Journal? El gran timonel español sentenció, con esa visión preclara a la que nos tiene acostumbrados: "la crisis de deuda en Europa se ha terminado". Por supuesto, se equivocó, como en todas las predicciones económicas que ha hecho desde la llegada al Palacio de La Moncloa y ahora nadie habla de otra cosa que no sea de la crisis de deuda que amenaza con acabar con la zona euro. Hoy, como cada día, hay más novedades en este culebrón de quiebras, rescates y políticos que engañan con los contribuyentes para que no se enteren de lo que está pasando detrás de las bambalinas de un escenario que se cae en medio de la función.
La plana mayor de las autoridades económicas europeas concluyeron ayer su reunión sin un acuerdo cerrado sobre la ampliación del fondo de rescate comunitario. Alemania y Francia no quieren dar todavía su brazo a torcer para aumentar la dotación económica de un fondo que, hoy por hoy, no tiene dinero suficiente para afrontar la suspensión de pagos de España. Según revela el diario Expansión, Berlín supedita la reforma del fondo de ayuda para los países con problemas a "un acuerdo vinculante y efectivo para mejorar la competitividad de los países periféricos de la eurozona".
Es decir, que el Gobierno de Angela Merkel quiere garantías de que los países rescatados no van a despilfarrar el dinero del fondo, por lo que reclama un mecanismo que obligue a los gobiernos irresponsables a realizar las reformas estructurales necesarias para asegurar el saneamiento de sus economías y, con ello, crear la capacidad de estos países para crecer por ellos mismos, sin ayudas externas. Vamos, que los alemanes quieren que los demás hagan lo mismo que hicieron ellos hace años: preparar al país para salir del pozo con trabajo, esfuerzo empresarial y políticos medianamente decentes.
El diario de Prisa, Cinco Días, también destaca esta cuestión en su portada y añade que la delegación alemana se mostró ayer partidaria de "vincular la ampliación del Fondo a un acuerdo político de mayor calado sobre la gobernanza económica" de la zona euro. "Con las soluciones aisladas, la situación no solo no mejora, sino que se complica aún más", señaló el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble.
Merkel exige, como contrapartida al rescate, mayores compromisos políticos con la disciplina fiscal y "un acuerdo sobre coordinación económica que podría apuntar por primera vez a una armonización de impuestos considerada tabú en países como Irlanda". Alemania y Francia "ya han anunciado una experiencia piloto bilateral para aproximar los modelos tributarios de los dos países" y han indicado su intención de que el resto de la zona euro se sume al proyecto.
Bruselas, por su parte, "parece haber intensificado los trabajos para definir una base común del Impuesto de Sociedades, lo que permitiría una histórica armonización de la base imponible sin unificar los tipos. El pacto global, que también podría incluir disciplina en áreas como la balanza de pagos, no se cerraría hasta la cumbre europea del 24 de marzo".
Es decir, que se mantiene la incertidumbre sobre la capacidad de España para convencer a los inversores de que va a poder pagar sus deudas en las próximas semanas y meses. De momento, nos ha salido un nuevo aliado, Rusia, que ha decidido dar marcha atrás en su retirada de fondos de España y, obedeciendo a su aliado histórico, China, ha a anunciado que va a comprar deuda al Tesoro español porque confía en la solvencia de nuestra economía. Otro país más gobernado con mano de hierro que nos deja dinero ¿a cambio de qué? Habrá que preguntárselo a Zapatero.
En todo caso, el Gobierno ha acelerado las ventas de papelitos para financiar el agujero en las cuentas públicas y devolver el dinero a los acreedores. Ayer el Tesoro hizo trampas para esquivar al mercado a cambio de pagar un coste desorbitado para colocar 6.000 millones de euros entre inversores privados. Lo hizo a través de una operación sindicada, es decir, que Salgado eligió un conjunto de bancos para que vendieran la deuda a un interés pactado (del 5,6%) y dieran la imagen de que existe el doble de demanda de obligaciones que de oferta. El Economista destaca este tema en portada, bajo el titular: "El Tesoro paga un precio récord por la deuda para esquivar a los mercados".
Es una forma de evitar el descrédito internacional, pero una muy mala señal, ya que un país solvente acude directamente al mercado mediante las subastas. Aunque a estas alturas no se le pueden pedir peras al olmo, el tenderete de la ministra es así: todo vale con tal de conseguir esos millones que alejen el fantasma de la suspensión de pagos.
Pero que nadie se engañe, porque hoy España debe más dinero que ayer, pero menos que mañana, ya que el Tesoro quiere vender este martes letras a 12 y 18 meses. Según Expansión, el Tesoro ha captado en tres días 9.000 millones de los 15.542 que debe refinanciar en la primera parte del año. Es decir, que ha cubierto el 60% de los bonos que vencen en abril.
Para terminar permítanme que haga una referencia a las palabras de Cristóbal Montoro, coordinador económico del PP que ayer, en un acto organizado por El Economista dijo que "España no está intervenida, sino supervisada" y que el país "no necesitará ser rescatado". Es normal que el representante popular haga este tipo de consideraciones ya que ha apoyado (con el voto a favor o la abstención) todos y cada uno de los desmanes económicos del PSOE a lo largo de la crisis. Es más, si se analizan los programas electorales de ambos partidos es difícil saber cual de los dos es más socialista en sus recetas económicas. Don Cristóbal ya se ve ministro y está arrimando el hombro para no ser un "antipatriota" ni un "apocalíptico".