(Libertad Digital) Según los autores del análisis, titulado "Globalización y competitividad en el Área Euro", tanto Portugal como España se sitúan al final del ránking debido a su "desventaja" tecnológica e "institucional".
Nuestro país es el penúltimo de una lista de 12 países que pertenecen al área de influencia del euro, es decir, los que tienen el euro como moneda única, más Dinamarca, cuya moneda apenas difiere de la divisa "única", y Suecia, pendiente de referendo.
Según informa en su portal Dispacapnet la agencia Servimedia, los resultados han sido recogidos tras una investigación de 150.000 firmas de los países europeos. Con estos datos, el BCE ha elaborado dos clasificaciones: "Competitividad general", que refleja el acceso efectivo a los mercados internacionales, y "Competitividad productiva", que depende específicamente de la capacidad de producir a bajo coste y los factores institucionales.
En ambas clasificaciones España figura en penúltimo lugar, sólo por delante de Portugal, que cierra las dos listas. El país con más "competitividad general" es Bélgica, seguido, por este orden, de Finlandia, Holanda, Alemania, Francia, Austria, Dinamarca, Suecia, Reino Unido, Italia, España y Portugal.
España perdió un 14% de competitividad desde 1999
El estudio del BCE también compara la evolución hasta 2007 de la competitividad exterior de los 12 países de la Eurozona que se apuntaron el euro en 1999. En ese periodo, España acumuló una pérdida de competitividad exterior del 14,3 por ciento, la segunda más alta de todos los países estudiados tras Irlanda, que vio empeorar su situación en un 23,1 por ciento.
No obstante, como consecuencia de la apreciación del euro respecto al dólar y otras divisas internacionales, ni un solo país de la Eurozona mejoró su competitividad exterior entre 1999 y 2007.
Tras Irlanda y España, el mayor deterioro de competitividad correspondió a Luxemburgo (12 por ciento), seguido de Holanda (10,2 por ciento), Portugal (9,8 por ciento) y Grecia (7,9 por ciento).
La productividad, significativamente por debajo de la media
Otro dato destacado por el BCE es el de la evolución de los costes laborales unitarios (es decir, lo que cuesta a las empresas cada trabajador). En términos nominales, es decir, sin descontar el efecto de la inflación, en España crecieron un 26,4 por ciento entre 1999 y 2007, casi el doble que el 14 por ciento registrado en el conjunto de la Eurozona.
En esta misma línea apunta el apartado relativo a la marcha de la productividad (lo que produce cada trabajador). El BCE señala que su crecimiento fue lento en la década 1995-2005 para los países del euro, pero de manera "particularmente marcada en Italia y España, en donde el crecimiento de la productividad laboral se ha situado significativamente por debajo del promedio de la zona euro en el mismo periodo".
Para potenciar la competitividad exterior de las empresas europeas, los expertos del BCE aconsejan desarrollar un mercado único más integrado en la Unión Europea, más flexibilidad en los mercados, y más inversión en innovación y en formación del capital humano.