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España, ¿tras los pasos de Hungría y Grecia?

Hungría reconoció este viernes una situación similar a la griega. El patrón en ambos países ha sido similar: un anuncio inesperado, el reconocimiento de haber mentido y la petición desesperada de ayudas. Ahora, la duda es ¿quién será el próximo? Y muchos señalan a España.

Pero el problema para la economía mundial no es Grecia ni Hungría, que tienen 11 y 9 millones de habitantes respectivamente, y un PIB total más de 5 veces inferior al español. Y precisamente por eso es España el país al que todos miran, porque una quiebra de una economía de ese tamaño sería devastadora globalmente. Hasta hace poco esa perspectiva parecía imposible; ahora, ya no tanto.

La principal preocupación para España en estos momentos tiene que ver con su deuda pública. La Administración registró el año pasado un déficit del 11% y se espera que en 2010 la cifra sea similar. Esto hace inevitable para el Gobierno acudir a los mercados para financiarse. Pero desde hace unos meses esto se ha convertido en una misión casi imposible a no ser que se paguen intereses muy altos.

Este viernes el bono español a diez años cotizaba a un 4,53% frente al 2,58 del bund alemán. Además, los CDS sobre deuda hispana, que a comienzos de la semana cotizaban a 200.000 cerraban el viernes en 240.000 dólares para asegurar 10 millones en títulos de deuda.

Es decir, que nadie quiere deuda española, al Gobierno le resultará más caro cada día endeudarse y en julio tiene que hacer frente a vencimientos de 25.000 millones. Y si a alguien con el agua al cuello de créditos por pagar se le sube el tipo de interés, ya se sabe lo que puede ocurrir.

El camino seguido por España ha sido muy similar al griego. Primero llamada a la calma; luego declaraciones repetidas del Gobierno asegurando que la situación estaba bajo control y no era necesario un rescate; más tarde el anuncio de un rescate y de un plan de ajuste que parece calmar a los mercados. Y, por último, la vuelta a las andadas, con los inversores desconfiando de la economía nacional y numerosas voces que empiezan a hablar con claridad de la posibilidad de un impago de la deuda.

Grecia, Hungría... ¿y España?

Aunque aún es pronto para saber cómo se desarrollará la crisis húngara, lo cierto es que sus primeros anuncios han sonado muy similares a algunas de las noticias llegadas desde Grecia en los últimos meses.

En primer lugar, ha sorprendido lo inesperado del reconocimiento de que “la economía del país está en una situación muy grave”. Luego, el propio Gobierno magiar ha explicado que el anterior Ejecutivo falseó los datos y que por eso se desconocía, hasta ahora, la peligrosidad del estado de las cuentas públicas. Y por último, las autoridades húngaras han asegurado que el objetivo es evitar “el camino seguido por Grecia” y que podrán evitar el riesgo de quiebra con la adopción de un plan de recorte del gasto.

Sin embargo, los mercados reaccionaron rápidamente y el precio de los seguros contra el impago (CDS) de la deuda nacional húngara subía 100 puntos y al final de la jornada del viernes ya superaban los 400 puntos; esto significa que contratar un CDS que proteja contra un impago de deuda húngara cuesta 400.000 euros por diez millones de deuda.

Sorprende lo muy similar que es este guión al que ha seguido el estado heleno desde que se desató la crisis. También el país mediterráneo ha tenido que reconocer, incluso en varias ocasiones, que había mentido con las estadísticas y que su situación era peor de lo que previamente se había anunciado.

Además, tras cada noticia de que se había aprobado un rescate se han sucedido los comunicados asegurando que por fin la situación se estabilizaba y que ya no serían necesarias más medidas drásticas… Hasta que pocas semanas después se ha demostrado que no era cierto y que era necesario dar más dinero al Gobierno heleno. Y, como en Hungría, los inversores han huido rápidamente de la deuda pública griega a la que obligan a pagar rentabilidades que están muy por encima de la de sus vecinos.

También Hungría recibió hace dos años un préstamo internacional de 20.000 millones de euros, proveniente del Fondo Monetario Internacional (FMI), la Unión Europea (UE) y el Banco Mundial (BM), que se suponía que iba a salvar al país de la quiebra.

Será un nuevo Gobierno, salido de las urnas el pasado mes de abril, el que tendrá que gestionar el desastre. En aquellas elecciones, el partido conservador Fidesz propinó una monumental paliza a los socialistas, al obtener 263 de los 386 escaños del Parlamento húngaro. La izquierda fue castigada por los severos ajustes que se vio obligada a introducir para recibir ese préstamo internacional. Aún así, el nuevo Ejecutivo ya ha anunciado que la situación era aún peor de lo anunciado y de que las estadísticas oficiales eran falsas.

En España, también el socialismo en el poder ha tenido que hacer ajustes impensables hasta hace poco obligado por las instituciones internacionales. ¿Acabará Rodríguez Zapatero como sus colegas húngaros? ¿Y España: será la nueva Hungría?

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