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ESTRICTA POLÍTICA POLICIAL

La tasa de criminalidad cae en EEUU pese a la crisis

No todas las noticias son rematadamente malas. En medio de una profunda crisis económica en EEUU y con elevado desempleo, las tasas de crimen en 2009 se han reducido sustancialmente para sorpresa de muchos. Buenas y estrictas políticas policiales parecen estar detrás.

En las ideas y lugares comunes de buena parte de la sociedad ha calado la teoría de que el crimen tiene como una de sus causas más importantes la pobreza, las dificultades económicas y la desigualdad.

Esta teoría fue promovida por unos sociólogos norteamericanos en los primeros años 60, y fue una de las razones intelectuales para aprobar las medidas socialdemócratas del presidente Lyndon Johnson (su programa de La Gran Sociedad), consistentes en ampliar la redistribución de ingresos y la “lucha contra la pobreza” vía intervención estatal.

Otra vertiente de esta teoría es la que afirma que los terroristas, por ejemplo los que surgen de países africanos o de los territorios palestinos, reaccionan violentamente ante unas condiciones sociales y de exclusión social extremas.

En principio, parece tener cierta lógica: si apenas tienes nada para llevarte a la boca, robar puede ser una alternativa viable para salir adelante. Además, tienes muy poco que perder. O puesto de una manera menos extrema: si has perdido el empleo y te encuentras en una situación financiera muy delicada  puede que consideres la posibilidad del robo como último recurso. Así, las etapas de profunda recesión económica y aumento del desempleo como la actual deberían conducir, en teoría, a situaciones sociales más conflictivas y mayores tasas de crimen.

Sin embargo, los datos no parecen respaldar en absoluto esta tesis, como ha puesto de manifiesto un reciente informe preliminar sobre la situación de los crímenes en 2009 en EEUU, realizado por el Federal Bureau of Investigation (FBI). Estas cifras del FBI se recogen a partir de datos que envían voluntariamente numerosas agencias del orden público del país y miden el número de crímenes que han sido reportados a las autoridades.

Haciéndose eco del informe, el diario norteamericanoThe New York Times informa de que los crímenes violentos (donde se incluyen asesinatos, violaciones forzadas, atracos, y agresiones graves) y crímenes contra la propiedad (robos con allanamiento de morada y otro tipo de robos, como los de vehículos de motor) se han reducido en un 5,5% y 4,9% interanual, respectivamente, en 2009. Especialmente significativa fue la caída en los robos de vehículos de motor, con una reducción del 17,2% respecto a 2008.

Esta reducción se produce a pesar de la advertencia de algunos medios de que la crisis podía generar una oleada de nuevos crímenes. Así por ejemplo, en un artículo de febrero de 2009, se afirmaba lo siguiente: “Los expertos dicen que la siguiente manifestación del daño colateral de la recesión podría ser un aumento en el crimen, debido al creciente desempleo y a la extensión de recortes en el presupuesto para el orden público”. Además, se mostraban convencidos de que “la historia y la evidencia anecdótica sugieren que un repunte en el crimen es inminente, si es que no está ocurriendo ya”.

El informe preliminar viene a confirmar lo expresado en enero de 2010 en un artículo de Heather MacDonald -investigadora del Manhattan Institute- en el Wall Street Journal, quien mencionaba datos del FBI para la primera mitad de 2009.

Estas cifras muestran la continuación de la buena senda de reducción en las tasas de criminalidad que comenzó en los años 90. Los resultados positivos parecen deberse, según MacDonald, a buenas políticas policiales por parte de altos cargos de los cuerpos de seguridad estadounidenses, que nada tienen que ver con las teorías que ven al crimen como una consecuencia de la pobreza. Estas políticas, sin embargo, han consistido en una mayor dureza en la lucha contra el crimen basada en potentes fuentes de datos e información.

MacDonald presta atención a la relación que existe entre unas menores tasas de crimen y un mejor desempeño económico, evidencia que se muestra en el terreno de las comparaciones internacionales -países con mayores tasas de criminalidad tienden a mostrar grados de desarrollo menores-, pero que también debe contemplarse en el caso de países desarrollados y su evolución económica a lo largo del tiempo.

Por ello, advierte contra la idea de recortar las fuerzas policiales o liberar a presos prematuramente en tiempos de crisis como vía para recortar el gasto y reducir precipitadamente el déficit. Ello podría hacer aumentar las tasas de criminalidad, lo que perjudicaría la recuperación económica.

“La seguridad pública es la pre-condición para una vida urbana próspera”,
por lo que el Gobierno debe mantenerla, ya que es una de sus funciones más vitales para el buen desarrollo económico y social. “Mantener unas tasas de criminalidad bajas ahora es la mejor garantía de que las ciudades a lo largo del país podrán beneficiarse de la inevitable recuperación económica cuando ésta llegue”, señala.

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