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Jordi Sevilla: Zapatero hace campaña contra los "empresarios malignos" para ganar votos

El ex ministro del PSOE Jordi Sevilla sigue criticando al Gobierno. En esta ocasión desvela el interés de Zapatero en el llamado "diálogo social". A su juicio Moncloa quiere demonizar a los empresarios y favorecer a los sindicatos para ganar votos, no para frenar la sangría laboral.

El ex ministro del PSOE Jordi Sevilla sigue criticando al Gobierno. En esta ocasión desvela el interés de Zapatero en el llamado "diálogo social". A su juicio Moncloa quiere demonizar a los empresarios y favorecer a los sindicatos para ganar votos, no para frenar la sangría laboral.

El ex ministro Jordi Sevilla cree que el Gobierno "ha utilizado bien" la ruptura del diálogo social para lanzar "una campaña abstracta contra los empresarios malignos y la defensa de lo social'", con la que pretende fortalecer sus apoyos electorales mermados por los efectos de la crisis.

En su blog de internet, con el que se despide antes de iniciar sus vacaciones de verano, Sevilla reconoce que se equivocó cuando hace un mes vaticinó que habría acuerdo sobre el dialogo social y que no habría, de momento, reforma de la financiación autonómica.

Argumenta Sevilla que, en el caso de la financiación, el Ejecutivo "ha sentido vértigo" de volver a un esquema de confrontación que recordara, de alguna manera, al debate territorial y al "se rompe España de la pasada legislatura".

La confrontación entre comunidades autónomas lleva a recuerdos que el Gobierno "considera no gratos para sus intereses electorales", opina el ex ministro de José Luis Rodríguez Zapatero, quien entiende que el Ejecutivo se ha sentido "proclive a ser generoso" en la negociación con las autonomías.

De este modo, el asunto se desbloqueó "a la vieja usanza: poniendo dinero sobre la mesa hasta que ha sido posible el acuerdo".

Por contra, el diálogo social ha ido "languideciendo" hasta centrarse "en un absurdo debate sobre cuestiones que afectan sólo al Gobierno", mientras se iban excluyendo asuntos "polémicos" para alguna de las partes y se dejaban de lado "temas importantes como las subidas salariales o la reforma del mercado de trabajo.

No obstante, escribe que, de acuerdo con los principios políticos electorales del politólogo de cabecera del Gobierno y "su insistencia en armar marcos sentimentales de referencia en la acción política", el Ejecutivo ha utilizado bien la ruptura del diálogo social lanzar "una campaña abstracta contra 'los empresarios malignos'".

Para justificar sus argumentos se remite a la huelga general del 14-D, cuando gobernaba Felipe González, y señala que algunos expertos electorales en el entorno del Gobierno y del partido socialista consideran que aquella movilización alejó a los votantes de izquierda de las siglas PSOE, "como todo lo que signifique confrontación con los sindicatos".

"Suprimir el impuesto de patrimonio o apoyar a la banca o a las eléctricas, sin contrapartidas, no. Pero distanciarse de los sindicatos y de una cierta retórica tradicional de la izquierda, sí La gente, según ellos, vota sentimientos conocidos y arraigados, no argumentos", arguye

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