Preguntado por ese documento en que el Ejecutivo reconocía, por primera vez, como denunció el PP, la soberanía marroquí en el Sahara, Miguel Ángel Moratinos trata de restarle importancia: "No fue una cesión sino una constatación, como decía el propio comunicado". "Le podríamos preguntar a la señora Haidar si allí se aplica o no la ley marroquí. Una cosa es constatar la realidad y otra es el estatuto del Sáhara Occidental, cuya definición corresponde a la ONU", alega.
También habla de la entrada de Haidar, el punto que desencadenó toda la crisis y después de que trascendiera que Moratinos fue avisado de la llegada de la activista. Moratinos trata, como puede, de defender su gestión. Según el ministro, la policía actuó aplicando la ley y "no había otra alternativa". "Las razones humanitarias", dice, "llevaron tanto a la Policía como al Gobierno a asumir esta situación que habíamos rechazado y condenado cuando se me anunció a mí. No ha habido ninguna complicidad", apunta.
Además, cuenta que "no se planteó" que Haidar volviera en el avión al Sahara. Dice que "no lo permitía la normativa". Añade que "era enviarla en una especie de ping-pong de un país a otro".
El ministro defiende que narró "toda la verdad en el Congreso y apunta que siempre se actuó "de buena fe". También queda sitio para la crítica al PP: "La imagen del señor Rajoy con los tomates... es bastante patética".
Moratinos habla también del secuestro de los tres cooperantes. Revela que el presidente maliense, Amadou Toumari Touré, "ha brindado toda su ayuda" al Gobierno y muestra su esperanza en que el secuestro "se resuelva con rapidez".
