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Agapito Maestre

Moral política

Apretemos lo dientes y persistamos. Pidamos, pues, ayuda a la UE y a la comunidad internacional por el robo argentino, pero tomemos también medidas como nación soberana.

Parece que nos hubiera mirado un tuerto. Cuando parece que estamos saliendo de un problema, casi sin respiro alguno, ya nos encontramos en otro peor. Muchos son los que están desanimados, y otros muchos, derrotistas de profesión, no dejan de entonar la palinodia: "ya lo decía yo" o "por este camino no vamos a ningún lugar". Pongo la tele y no dejo de escuchar a algún imbécil riéndose de que el gobierno de España, por poner un ejemplo, lleve a las instituciones europeas el expolio argentino de Repsol-YPF. Quizá el gracioso de turno, por no llamarle algo peor, aspira a que le declaremos la guerra a un gobierno populista y revolucionario, como es el que preside Cristina Fernández.

Por fortuna, frente al derrotismo amanerado y al triunfalismo dogmático, la mayoría de la población aguanta, resiste y sigue haciendo de la necesidad, virtud; el estoicismo español, esa manera elegante de saber vivir en el fracaso, nos sigue salvando. Es verdad que baja en intención de voto el PP, en todas las encuestas, pero eso no se traduce en ganancias socialistas. Así las cosas, excepto la izquierda rabiosa, esa que ha hecho de la cólera del español sentado su santo y seña a la hora de atacar a un gobierno legitimado democráticamente, la mayoría de la población sigue actuando con prudencia y serenidad. También el Gobierno de España está actuando con ejemplaridad y prudencia. Sí, sí, en esta circunstancia dramática, el gobierno de Rajoy trata de forjarse un rostro, una imagen nítida, con perseverancia y trabajo, pero, cuando ya parece que lo ha conseguido, viene el azar, o peor, la desgracia azarosa, y lo destruye. Hoy es la UE que nos presiona y ayer fue un político francés que nos denigra en campaña electoral para ganar unos votos y, así, suma y sigue...

Sin embargo, ahora, cuando parece que el azar, ese elemento irracional de la vida, está minando nuestra moral nacional, es el momento de apelar sin ningún tipo de alharacas a la viabilidad de la política, a las medidas que no deja de adoptar el Gobierno cada día. Por otro lado, es necesario reconocer que el Gobierno no está solo. Tiene detrás a millones de votantes y aún queda energía ciudadana dispuestos a sacrificarse para salir del atolladero económico e institucional en el que nos encontramos. Por lo tanto, es deber de todos los que nos dedicamos al análisis político separar la política de la ideología, tratemos de distinguir con honradez los defectos y límites reales de nuestros gobernantes, es decir, sus responsabilidades por un lado, y lo que se debe a la irracionalidad del azar, a eso que sólo puede sortearse, como decía el gran Maquiavelo, con suerte, por otro lado. Sin esa distinción o nos volvemos locos o en cabezas de turco de "un populismo revolucionario".

Es hora de afirmar que en política, como en los toros, no hay axiomas sino normas de observación y experiencia, que muchas veces fallan. O apelamos a la prudencia y a la política o quedaremos devorados por el azar. Digo esto, aunque sólo sea por una vez, porque veo a mucho político honrado con la moral por los suelos, es como si no les cundiera el trabajo. En fin, nuestra situación moral dista de ser optimista, pero haríamos mal flagelándonos o alterándonos con triunfalismos revolucionaros. Apretemos lo dientes y persistamos. Pidamos, pues, ayuda a la UE y a la comunidad internacional por el robo argentino, pero tomemos también medidas como nación soberana.

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