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Alberto Benegas Lynch

Rolling Stones

Estos y otros cantantes y miembros de bandas musicales visitan aquellos lugares donde conjeturan serán bien recibidos. Lo mismo ocurre con las inversiones en empresas que proveen hamburguesas, heladeras y zapatillas.

Después de un recital multitudinario en Río de Janeiro, los Rolling Stones estuvieron en Buenos Aires donde desbordaba de gente el estadio Monumental en el que se desempeñó el célebre conjunto inglés.

No me atrae ese tipo de música, pero los muy diversos gustos son los que alimentan distintas variedades musicales tal como sucede con otros bienes y servicios provistos en el mercado abierto. En una sociedad libre, nadie debe imponer sus preferencias a los demás. Esto solo ocurre en regímenes autoritarios donde el mandamás y sus acólitos dictan lo que consideran otros deben consumir. Esta es la raíz de la ingeniería social por la que las personas son tratadas como títeres y siempre a merced de los megalómanos del momento.

A pesar de que dicho espectáculo no estimula mis inclinaciones al ritmo y la melodía, presté atención a la difusión de la noticia. En las trasmisiones se consignaba que los integrantes de la referida banda musical se alojaron en La Mansión del Hotel Four Seasons de Buenos Aires. Ese lugar es un palacio aledaño al hotel que, luego de ser debidamente acondicionado, pertenece a la mencionada cadena de hotelería. Las habitaciones cuestan 3.800 dólares la noche. Asimismo, los integrantes de la banda pidieron agua mineral estadounidense, champán Cristal de Francia y pusieron como condición que las sábanas fueran de algodón egipcio. De mas está decir que sus desplazamientos se llevaron a cabo en imponentes limusinas con chofer y custodia adecuados.

Estas exigencias, y otras muchas sobre pagos y demás parafernalia, están muy bien porque es lo que la gente que los sigue y escucha está dispuesta a financiar a través de múltiples canales para que sus ídolos se encuentren cómodos y satisfechos. Lo que quiero destacar es el la diferencia de trato con respecto a empresario exitosos que no operan en base al favor oficial sino en base a los gustos, deseos y preferencias del público consumidor. Lo mismo que el conjunto de marras y, sin embargo, a los empresarios se los suele tratar mal. Se procede como si sus pertenencias no fueran bien habidas. Se los vitupera y se les achaca todo tipo de males.

En realidad los Rolling Stones son empresarios del espectáculo, por tanto no se comprende el fundamento de ponerle mala cara al empresario de las hamburguesas. ¿Por qué en este último caso se recurre a expresiones como "imperialismo", "explotadores" y demás improperios? ¿Por qué se reservan estas expresiones y otras soeces de grueso calibre para el empresario de refrigeradores y zapatillas de tenis, pero se hace una excepción con los músicos populares? ¿Acaso no son de consumo popular las hamburguesas, los refrigeradores y las zapatillas de tenis?

Estos y otros cantantes y miembros de bandas musicales visitan aquellos lugares donde conjeturan serán bien recibidos. Lo mismo ocurre con las inversiones en empresas que proveen hamburguesas, heladeras y zapatillas. Allí donde no hay garantías y marcos institucionales civilizados, las empresas no solo no se radican sino que tienden a fugarse para escapar de las garras de gobiernos irresponsables.

El eje central de mi tesis es señalar que si se ahuyentan las inversiones, los ingresos de la gente disminuyen y, entre otras cosas, podrán asistir con menor frecuencia a las representaciones de los Rolling Stones, puesto que se les dificulta pagar el costo de las entradas. Asimismo, éste y otros conjuntos no podrán contar con el lujo que requieren, por eso es que no resultan frecuentes sus visitas a Sri Lanka y Zaire.

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