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Alberto Míguez

Cañones e inteligencia

“Frente al terrorismo no puede haber sólo una respuesta militar” dijo el presidente francés Jacques Chirac al concluir la Cumbre de la Alianza Atlántica en Praga. Obviedad y tópico que rozan la caricatura. Nunca la OTAN y sus dirigentes pretendieron que al terrorismo se le venciera a cañonazos. Y eso, mejor que otros, lo sabemos los españoles.

Pero no es menos cierto que la “inteligencia” y la información sin logística ni medios policiales e incluso militares difícilmente pueden derrotar al nuevo terrorismo que algunos han bautizado ya como “hiperterrorismo”. La tesis reductivista de caricaturizar al adversario para crucificarlo mejor ha hecho fortuna en los últimos meses entre quienes se oponen al “unilateralismo” norteamericano. Diríase que Bush y sus colaboradores son individuos primarios a los que sólo se les ocurre utilizar los B-52 para acabar con Ben Laden. Con resultados por ahora, poco brillantes, añaden, porque el jefe de la banda criminal sigue vivo, o eso parece.

Esta simplificación se cae por su propio peso. Sin la operación de Afganistán, Al Qaeda hubiera seguido actuando en todo el mundo y con medios y reclutas renovados. Lo ha hecho ya donde ha podido, pero hubiera sido más activa si contase con las armas y los contingentes concentrados en Afganistán bajo la mirada benévola de los talibanes. Reconstruir aquellas estructuras y reponer sus finanzas podría costarle a Ben Laden y sus seguidores muchos meses, incluso años. Y mientras tanto habrá que utilizar los otros medios no-convencionales y no-militares que al menos en Yemen, en Filipinas, en Pakistán y en otros lugares del mundo están dando buenos resultados.

La OTAN ha incluido en su nuevo concepto estratégico la amenaza terrorista como objetivo principal. Debería ser una buena noticia para quienes sufrimos esta lacra pero algunos han preferido dirigir sus dardos contra Estados Unidos y su actual presidente. Curiosa forma de luchar contra el terrorismo, curiosa transferencia emocional.

Sin cooperación y coordinación internacional será muy difícil vencer al terrorismo. La cooperación franco-española en este terreno ha dado excelentes resultados Y aunque debe mejorar e intensificarse constituye todo un ejemplo de armonización bilateral. El próximo paso en el marco de la Unión Europea debería ser la implementación de la orden europea de detención y entrega y la potenciación de la lista de organizaciones terroristas existentes en todo el territorio europeo con vistas a la creación de un espacio judicial común, un viejo proyecto todavía en ciernes.

En la cumbre de Praga, la lucha contra la proliferación de armas de destrucción masiva y el terrorismo fueron los protagonistas principales. Se trata ahora de coordinar procedimientos, sistemas y centros de inteligencia, policías y guardias mediante estructuras avanzadas y métodos cuanto más expeditivos, mejor.

La OTAN había sido hasta ahora un instrumento de defensa un tanto alejado de las opiniones públicas pese al éxito alcanzado en los últimos cincuenta años. Los objetivos marcados en su nuevo concepto estratégico deberían servir para asentar en las opiniones públicas de los 26 países miembros (hasta Praga eran 19) la convicción de que nos defenderemos mejor juntos que en orden disperso. Y que el terrorismo es un fenómeno global, mundializado que afecta a todos por igual y con semejante ferocidad.

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