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Amando de Miguel

Curiosidades de interés general

En la Universidad de Berkeley vi un aparcamiento en el mismo centro con este letrero NL (= Nobel Laureates). Es decir, allí sólo podían aparcar los Premios Nobel. ¿Cuándo habrá un cartel así en la Complutense?

José Miguel Estebaranz (Fuenlabrada, Madrid) me pregunta por mi estadía en la universidad americana. Di un par de cursos en la Universidad de Texas (San Antonio) y dicté algunas conferencias en las de Berkeley (San Francisco), Athens (Georgia) y Houston (Texas), entre otras. La experiencia ha sido muy provechosa, especialmente al comprobar la enorme vitalidad de la lengua española en los Estados Unidos. Impresiona el contraste entre la abulia de la Universidad española y la vitalidad que he encontrado en los Estados Unidos, tanto en alumnos como en profesores. Como resultado de la experiencia americana he escrito un libro (Se habla español) en colaboración con Francisco A. Marcos-Marín, profesor de la Universidad de Texas, San Antonio. Aunque pueda parecer extraño, no es fácil encontrar un editor español para ese libro. Alguna vez habrá que contar por qué.

Puede que sea una casualidad, pero a mi vuelta de los Estados Unidos, me encuentro con que el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), ha rechazado de plano un manuscrito (en colaboración con Miguel A. Valles) que habíamos presentado para su publicación. Han tardado más de un año en razonar la negativa. Sintetizo los argumentos del CIS: (1) Los autores desconocen absolutamente el tema (la sociología de la mujer) (2) "No existe esquema analítico ni marco teórico alguno". (3) La exposición es "total y absolutamente inaceptable". (4) "No alcanza el nivel de calidad científica deseable". (5) El texto es "tan malo que no hay posibilidad de mejora alguna". Después de tantos juicios apodícticos, no sé si volverme a San Antonio, donde han quedado muy satisfechos de mi trabajo.

Juan Ponce me señala: "creo saber la causa por la que ha regresado de Tejas. Al parecer no tiene usted licencia de armas. Titular leído por ahí: "los profesores de Texas podrán ir armados, a partir del próximo curso, a clase". Mi regreso ha sido mucho menos dramático. Simplemente concluyó en su día el periodo para el que pedí permiso (sin sueldo) a la Universidad Complutense con el fin de dar un curso en la de San Antonio. Por otra parte, en la tradición constitucional americana (derivada de la inglesa) figura el derecho a llevar armas y, naturalmente, a comprarlas y a tenerlas. Yo no haría uso de ese derecho, pero hay que respetar esa tradición, sobre todo cuando uno reside en los Estados Unidos. Llevarán armas, pero en las universidades se hace ciencia. En la de Berkeley vi un aparcamiento en el mismo centro con este letrero NL (= Nobel Laureates). Es decir, allí sólo podían aparcar los Premios Nobel. ¿Cuándo habrá un cartel así en la Complutense?

Julián González Cid (Madrid) me sugiere que recopile estos artículos de La lengua viva en un libro. Ya hubo un primer intento, pero no tuvo gran éxito y no encuentro un editor que se arriesgue a esa operación. Bien mirado, es mejor que estos artículos permanezcan con su carácter de realidad virtual, volando en el espacio internético. La gracia está en que sean efímeros (= duran un día) como algunas mariposas.

Francisco García de Guadiana (Madrid) me pregunta cómo es que ahora me prodigo menos en las páginas de LD, cuando él tiene la costumbre de abrir esta seccionilla todas las mañanas. No es por mis "múltiples ocupaciones" como sugiere don Curro, que tampoco son muchas. La dirección de LD ha decidido que yo espacie la cadencia de mis colaboraciones; sus buenas razones tendrá. Reconozco que hay otros muchos asuntos informativos y de opinión que merecen una atención primordial. Lo mío no deja de ser una "seccionilla" aquí o en la radio. Por otra parte, las quisicosas del habla me interesan cada vez más.

Preparo ahora un ensayito sobre el habla de los españoles, la magia que incorporan las palabras. Espero que no me digan que carezco de toda competencia para escribir.

Agustín Fuentes me escribe todos los días largos memoriales. Quizá por esa simpática incontinencia, el hombre echa de menos el que mi colaboración en LD se haya reducido a tres días. Le aseguro que no ha sido por decisión mía sino por necesidades del servicio. Soy accionista de LD, no empresario. La verdad es que, si ya era difícil contestar a todos los corresponsales con un artículo casi diario, ahora resulta imposible. Pero me esforzaré en hacer que mis escritos sean más punzantes, hagan pensar más. Para eso escribo, y para que todos los libertarios podamos disfrutar un poco más de las palabras.

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