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Amando de Miguel

Historias divertidas

Me llama la atención la obsesión de la Ministra del ramo, Doña Maleni. Está empeñada en poner el nombre de Clara Campoamor a todo lo que se mueve.

Fernando Carmona (Sevilla) corrige la afirmación de un rondeño sobre la identificación de Ronda con la ciudad romana Acinipo. "¡Nada más lejos! Acinipo fue una ciudad muy importante, hoy totalmente abandonada, cerca de 20 Km de Ronda, cuyo nombre antiguo y verdadero fue Arunda". Lo de "¡nada más lejos!" me parece una exageración sevillana. Don Fernando añade un detalle curioso. Por lo visto, extramuros de Arunda los soldados romanos se ejercitaban luchando contra toros. Ese lugar es precisamente donde se alza la singular Real Maestranza de Ronda, la cuna del toreo o por lo menos de la escuela rondeña.

Ángel Luis Rodríguez Barbero relata el espectáculo del día del Orgullo Gay a través de una escena en la estación de Metro de Chueca en Madrid:

He creído tener una alucinación cuando he visto a un par de incondicionales de Pedro Zerolo practicándose una felación de manera mutua jaleados por un corrillo de voyeurs dignos de convertirse en estatuas de sal al estilo de Sodoma y Gomorra. Por fortuna los inocentes ojos de una niña hija de inmigrantes cogida en brazos de su madre que iba de pie, gracias a la solidaridad de los participantes en la marcha rosa y posterior orgía, no han visto lo que yo he creído ver en el banco situado en el andén de la estación de Chueca. Queda claro que el derecho a la integridad moral de esta menor, según nuestra ministra de Cultura, está supeditado al inalienable derecho a la opción sexual de cada cual, independientemente del ámbito en el que dicho derecho se desarrolle. No importa que sea en el andén de una estación de Metro o en cualquier lugar de uso y titularidad pública.

José María Navia-Osorio me envía jugosas historias de sus recuerdos y su vida cotidiana. Al hilo de las cuales entreteje sus personales divagaciones sobre la política. Selecciono una de las últimas como ejemplo de la función eutrapélica del habla:

Me llama la atención la obsesión de la Ministra del ramo, Doña Maleni. Está empeñada en poner el nombre de Clara Campoamor a todo lo que se mueve. En Oviedo se empeñó en llamar "Clara Campoamor" a una recién inaugurada estación de Feve (obra iniciada por Cascos, por eso la tenemos). Se armó un escándalo porque la estación ya llevaba el nombre del barrio y a Doña Clara no la conocía ni el Pupas. Hace unos días leí que un barco del Ministerio de Fomento, botado recientemente, había rescatado a unos inmigrantes náufragos. ¿Sabe como se llamaba el barco?: Clara Campoamor. Al final lo consiguió. Eso que ganó Esperanza Aguirre porque si se descuida le bautiza "Clara Campoamor" a la famosa catenaria de Barajas ¿A que vendrá esa obsesión? Tampoco se trata de una figura histórica espectacular, así que debe ser algún trauma infantil. Si alguien sabe la respuesta que me la cuente porque estoy intrigado.

Don José María realiza un ameno excurso sobre el regalo en Asturias. Forma parte del lenguaje no verbal al que tantas veces nos hemos referido en este corrillo:

En Asturias nos ataca la timidez en el momento de hacer regalos. Es como si tuviéramos miedo de haber hecho un regalo desproporcionado o a que sospechara que pretendemos algún beneficio a cambio de lo que entregamos por simple afecto o agradecimiento. Para evitarlo solemos despreciar el presente que hacemos. Lo malo es que a veces el receptor no asturiano puede ofenderse. Recuerdo el enfado de uno de mis colegas, vallisoletano, cuando un paciente le regaló unas manzanas. Para dar a entender que era un regalo de poco valor y que el médico se merecía mucho más el paisano le dijo "Iba a tirarlas a los gochos (los cerdos) pero dije: ¡Voy a llevárselas al médico". Reconozco que la frase no era muy afortunada pero un asturiano le podía haber respondido algo como: "Que suerte tienen los gochos de su casa porque las manzanas son buenísimas" y desde luego nunca se habría ofendido. Pero mi colega de Valladolid montó en cólera y le contestó no sé que barbaridad a su pobre paciente.

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