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Amando de Miguel

Paremias

El ingenio se demuestra no solo descubriendo renovadas comparaciones, sino recordando las clásicas y bien traídas, a veces hasta con el reconocimiento del copyright. Por ejemplo, "ese tiene la sensibilidad social de una almeja, que dice Nicolás Redondo".

No es verdad que el habla de los españoles cumpla el principio económico de emplear el menor número de palabras y todas ellas precisas. Antes bien, lo que predomina es un continuo exceso retórico. De esa forma el hablante gana tiempo, que no es poca cosa. Además, esa facundia sirve para impresionar al interlocutor o a la audiencia. Si es un escrito, las frases largas y ampulosas cumplen los mismos propósitos, todavía con mayor rendimiento. Una forma elemental de exceso retórico consiste en lo que podríamos llamar binomios copulativos. En lugar de una palabra, se concatenan dos para el mismo significado, enlazadas con la copulativa "y". Ejemplos:

  • acoso y derribo (= persecución)
  • todos y cada uno (= todos)
  • pelos y señales (= detalles)
  • sano y salvo (= ileso)
  • ordeno y mando (= autoritarismo)
  • puro y duro (= auténtico)
  • contante y sonante (= en dinero efectivo)
  • templar y mandar (= dominar [al toro])

Preciso es reconocer una cierta expresividad en un discurso que contenga esos binomios, pero su insistencia puede resultar cansina. No importa, el hablante español está muy dispuesto a fatigar al interlocutor, a aburrir a la audiencia. A veces los binomios copulativos tienen una clara función adverbial. Más ejemplos:

  • a capa y espada (= ardorosamente)
  • largo y tendido (= ampliamente)
  • única y exclusivamente (= solamente)
  • lo cierto y verdad (= verdaderamente)
  • lo primero y principal (= primeramente)
  • al fin y a la postre (= definitivamente)
  • de modo y manera (= así)
  • lisa y llanamente (= claramente)
  • por activa y por pasiva (= reiteradamente)

Es notorio el prestigio que da la copulativa "y". En los noticiarios de la radio o la tele, muchas veces los periodistas comienzan cada una de las noticias con la dichosa "y". De ese modo se proporciona un énfasis especial a la noticia que sigue. No hace falta apelar a la "y". La función reduplicativa o enfática se cumple de muchas otras formas. Veamos:

  • ni poco ni mucho (= algo)
  • más pronto que tarde (= enseguida)
  • más tarde o más temprano (= alguna vez)
  • muy mucho (= muchísimo)
  • casi casi (= casi)
  • uno detrás de otro (= muchos; referido a billetes de banco)
  • ambos dos (= ambos)
  • luego después (= además)
  • como que sí (= sí)
  • pero sin embargo (= pero)
  • a día de hoy (= hoy)

Aunque la sociedad española se repute como secularizada, es evidente que conserva un gran fondo religioso. Se percibe en numerosas expresiones que invocan a Dios o a otras personas sagradas sin ninguna intención blasfema, más bien como una forma expresiva o ponderativa. Veamos algunas de esas paremias pseudoirreverentes con "Dios":

  • a la buena de Dios (= de forma improvisada o desordenada)
  • armarse la de Dios es Cristo, o la de Dios (= una bronca gordísima)
  • comerse a Dios por un pie (= tener buen apetito)
  • como Dios (= de forma óptima)
  • Dios los cría y ellos se juntan (= se mezclan personas muy distintas)
  • llamar a Dios de tú (= actuar con desenvoltura)
  • ni Dios (= nadie)
  • sin encomendarse a Dios ni al diablo (= sin pensarlo)
  • todo Dios (= mucha gente)

Los mismos efectos ponderativos o expresivos se consiguen con la mención de "Cristo":

  • armar un Cristo (= organizar un alboroto)
  • como a un Cristo dos pistolas (= de forma chocante)
  • donde Cristo dio las tres voces, o donde Cristo perdió el gorro (= en un lugar remoto)
  • hecho un Cristo o un Eccehomo (= con un aspecto lastimoso)
  • ni Cristo (= nadie)
  • ni Cristo que lo fundó (= negación enfática)
  • ojo al Cristo que es de plata (= mucho cuidado)
  • todo Cristo (= mucha gente)
  • tener más frío que los pies de Cristo

La "Virgen María" se introduce asimismo en algunas expresiones curiosas:

  • fíate de la Virgen y no corras (= confía en ti mismo)
  • viva la Virgen (= despreocupado)
  • Virgencita, que me quede como estaba (= no quiero milagros)

Las alusiones pseudoirreverentes se forman con otras muchas personas u objetos sagrados. Aquí entrarían algunas comparaciones encomiásticas:

  • más limpio que una patena (= limpísimo)
  • para mayor inri (= el colmo, el ridículo)
  • comulgar con ruedas de molino (= ser crédulo)

Las alusiones religiosas de muchas paremias indica el enorme peso que tiene el pasado de la sociedad en el habla de hoy. La sociedad tradicional no solo es más religiosa sino que en ella menudeaban las hambres. Son muy abundantes las expresiones hechas que revelan ese pasado hambriento y que literalmente hoy no tienen mucho sentido. Pero, una vez más, la herencia pesa en el habla. Algunos ejemplos:

  • a buen hambre no hay pan duro (= todo es comestible)
  • matar el hambre (= comer para sobrevivir)
  • no jugar con las cosas de comer (= no arriesgar lo valioso)
  • con su pan se lo coma (= desinterés por el otro)
  • estar para comérsela (= una mujer guapa, bien plantada)
  • de toma pan y moja o más buena que el pan (= un individuo muy atractivo; normalmente una mujer. Con el verbo ser indica la cualidad moral; con el verbo estar, la apariencia física).
  • hacer un pan como unas hostias (o "tortas") (= cometer un grave error)
  • pan comido (= cosa fácil)
  • hacer buenas migas (= entenderse bien)
  • muerto de hambre (= desgraciado, miserable)
  • en mi hambre mando yo (= a mí nadie me tose)

Una ventaja de las frases hechas y otras paremias es que el interlocutor normalmente las conoce. Así pues, a veces es suficiente con enunciar la primera parte, presumiendo que el interlocutor las va a completar mentalmente. Por ejemplo, en la jerga del politiqués se puede uno encontrar con esta frase: estar a la altura. Se entiende, "a la altura de las circunstancias". O basta con decir cree el ladrón.... Es fácil que el interlocutor añada para sus adentros "... que todos son de su condición". A los hombres públicos les gusta mucho lo de "niego la mayor", aunque no se vea por ninguna parte el silogismo. Pero da mucho pote la alusión filosófica.

Los lingüistas han dedicado una gran curiosidad al estudio de las comparaciones proverbiales. En Argentina las llaman comparancias, término feliz. Son comparaciones metafóricas que intentan dar una mayor intensidad al adjetivo inicial. Así, "más basto que un polo de chorizo". Con todo, la observación del habla nos dice que lo fundamental no es el logro de una mayor intensidad en la calificación de partida. Por delante de ese propósito comunicativo, está el expresivo de hacer ver al interlocutor que el hablante es ingenioso, y por tanto, listo. Por eso muchas comparaciones proverbiales se desgastan de tanto utilizarlas y los hablantes tienen que recurrir a inventar otras nuevas. El ingenio se demuestra no solo descubriendo renovadas comparaciones, sino recordando las clásicas y bien traídas, a veces hasta con el reconocimiento del copyright. Por ejemplo, "ese tiene la sensibilidad social de una almeja, que dice Nicolás Redondo". En efecto, esa comparación la solía aducir el viejo sindicalista en sus tiempos de brega. Las "comparancias" sintetizan muy bien algunos elementos del habla de los españoles que aquí se exponen. Destacan el barroquismo, la expresividad de la imaginería, el sentido del humor como descoyuntamiento, el alarde de ingenio. Las "comparancias", como antaño las "greguerías", son atisbos líricos.

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