Nadie duda de que estamos viviendo tiempos nuevos en los que todo se reajusta. Por un lado, el mundo se hace más chiquitito, un pañuelo. Por otro, aparecen extraños avisos de una nueva Edad Media en la que lo local adquiere una sorprendente primacía. De repente, los viajes internacionales se postponen o se acortan. Cualquiera va ahora a un crucero por el Mediterráneo oriental, una peregrinación a Tierra Santa. Viajaremos mucho a otros pueblos, pero por televisión o por la red. La guerra que nos la sirvan en casa como reportajes. Los extranjeros qué extraños nos parecen. Torres, los campanarios.
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