Es evidente que Gibraltar representa una anomalía en el mapa europeo. Ya no es una plaza fuerte. Los que mandan en ella residen tranquilamente en España; también casi todo el resto de la población ocupada. Como puerto o base naval, tendría mucho más sentido si fuera una parte de la generosa bahía de Algeciras. El incómodo aeródromo más parece la pista de un portaaviones, que, además, se asienta sobre territorio español. El famoso Peñón no dispone de espacio aéreo y resulta dudoso que tenga derecho a aguas territoriales. Su estatuto de colonia británica dentro del continente europeo no puede ser más prepóstero. Su especialización en el contrabando y en el fraude fiscal da un poco de vergüenza.
Bien, todo lo anterior es sabido, aunque conviene recordarlo. Al menos, antes de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, se había borrado la frontera entre España y Gibraltar. Ahora paradójicamente se vuelve a necesitar la famosa verja, que, por otra parte, no existe materialmente.
Desde luego, Gibraltar no merece una guerra ni nada parecido. Los Gobiernos de España y del Reino Unido podrían llegar a un histórico acuerdo. Gibraltar podría adquirir un estatuto de pequeño Estado Asociado al Reino Unido y a España. Sus residentes (los simpáticos llanitos) adquirirían la doble nacionalidad británica y española. Tendría que liquidarse el contrabando y el privilegio de paraíso fiscal. El aeródromo podría convertirse en un verdadero aeropuerto de intensa actividad turística y comercial. Se organizaría el espacio completo de la bahía de Algeciras, destinado a ser el primer puerto del Mediterráneo. Sobre el Peñón ondearían las dos banderas: la española y la británica. La base militar sería conjunta para los dos países, que, por otra parte, se hallan dentro de la OTAN.
El diseño anterior puede parecer una utopía, pero peor es el anacronismo actual. No satisface a nadie, excepto a los mafiosos que se lucran del contrabando y del fraude fiscal. Si no cambian las cosas en una dirección parecida a la que digo (que es de sentido común), Gibraltar seguirá decayendo hasta hacerse inviable. Solo podría subsistir como museo.
La solución de la cosoberanía de Gibraltar se enfrenta a una dificultad mayor. El Reino Unido se ve amenazado por la probable secesión de Escocia y de Irlanda del Norte. Esta última se anexionaría a la República de Irlanda. Después de todo, ambos territorios, Escocia e Irlanda, fueron siempre culturas independientes.
En España se asiste a una posible secesión de Cataluña y el País Vasco, aunque nunca fueron independientes. Pero los que mandan en esas dos regiones no se consideran españoles. Las secesiones dichas podrían llevarse a cabo, aunque sus habitantes salieran perdiendo. Mas no está dicho que en estos asuntos, donde tanto importa el sentimiento, la gente se comporte racionalmente.
Volviendo a lo de Gibraltar, que es más inminente y más fácil de resolver. Al Reino Unido le interesa un acuerdo de este tipo para enfrentarse a la difícil salida de la Unión Europea. Se trata de una decisión que le va a costar un serio quebranto económico. A España le conviene igualmente resolver la ominosa situación de una colonia británica enclavada en su territorio. La solución no es fácil, porque no se trata solo de intereses sino de símbolos.