No me gusta la expresión “violencia de género”, que repiten las progresistas y los progresistas. Los que amamos sinceramente el progreso preferimos hablar de “violencia de sexo”, cuando se refiere a que los hombres maltratan a las mujeres o al revés. Claro que, si aislamos ese caso, el problema queda mal planteado. En realidad, habría que hablar de “violencia doméstica”, es decir, entre parientes. Grave es que los maridos maltraten a las mujeres, pero los adultos pueden ensañarse con los niños. También puede ocurrir que las víctimas sean los viejos en la familia. Un reputado cardiólogo me cuenta el caso de una familia en la que la nuera obliga al suegro a cuidar al nieto para que los padres puedan salir de casa. La obligación es más bien imposición: si el abuelo no acepta el encargo, su nuera le dice que no verá nunca más a su nieto. Es un caso irritante de violencia doméstica o de parentesco, mas no de violencia de género. Ahora entenderán por qué las mujeres progresistas prefieren hablar de la violencia de género, de género tonto.
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