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Antonio López Campillo

En Pekín, ¡jo!

La Comisión de los Juegos Olímpicos probablemente decidirá, el próximo 13 de julio en Moscú, elegir Pekín como sede de los J.O. de 2008. El presidente de la Comisión Hein Verbruggen ha dicho que los Juegos Olímpicos en esa ciudad "dejaran una herencia única para China y para el deporte". No cabe duda que su celebración será un buen regalo, más que para China, para los dirigentes actuales de ese gran país. Juan Antonio Samaranch ha aconsejado y animado a los miembros de la Comisión de evaluación a no tener en cuenta el criterio de los Derechos Humanos, que ha impedido que se celebren en China los J.O. con motivo de la matanza de la plaza de Tian An Men. Samaranch añade que hay que dejar que los más de mil millones de chinos puedan, al fin, disfrutar de los Juegos Olímpicos. En realidad, dice que hay que olvidar lo de la plaza y pasar a otra cosa.

La verdad es que, de elegir Pekín, los que pasan a otra cosa son los del Comité Olímpico Internacional. Según dicen los miembros de ese Comité, se trata de no mezclar política y deporte. Si lo de la plaza de Tian An Men es del pasado, la actualidad se llama Tibet. Y a los tibetanos hay que añadir mongoles y las otras minorías oprimidas, las ejecuciones públicas con tiro en la nuca de los arrodillados condenados, la ausencia de libertades, que hacen de ese gran país el mayor gulag del planeta Tierra. Hacer de Pekín ciudad olímpica es dar un "visto bueno" al régimen chino. De seguir los consejos de Samaranch, los miembros del comité habrán pasado a formar parte de los defensores de los regímenes que torturan, censuran y oprimen.

Elegir Pekín como sede de los Juegos Olímpicos de 2008 es un acto con repercusiones políticas importantes, es proporcionar al régimen chino un argumento para su propaganda y sin duda una declaración, paladina, de la confianza del Comité en el sistema político de Pekín.

No le falta más al movimiento olímpico que apoyar dictaduras, tras los escándalos de las drogas en los juegos y los asuntos de dinero en las elecciones de sedes. Puede ser que la elección de Pekín refuerce el régimen político de China, lo que es seguro es que no mejorará la imagen del movimiento olímpico.

Wei Jingsheng, que ha pasado 18 años en los campos de trabajo chinos, al comentar la posible elección de Pekín como sede de los J.O. de 2008 decía: "Hay que recordar el precedente de los Juegos Olímpicos en Berlín en 1936" y el juego que dio a los nazis.

Los J.O. son un gran negocio, cosa que Samaranch percibió el primero, y los negocios no debe utilizar criterios políticos, ni demasiado morales, si quieren progresar. El Movimiento Olímpico es un negocio altamente rentable y como negocio no se le debe criticar. Pero si se presenta como un asunto deportivo sí. Y la primera crítica que hay que hacerle es la de intentar ocultar su verdadera naturaleza. Es un asunto que mueve mucho dinero y no van a fastidiarlo por unos millones de oprimidos y unas decenas de miles de ejecutados, legalmente eso sí.

Es que las pelas son las pelas.

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