Menú
Antonio López Campillo

Los priones celestes

Según rumores, los priones, el factor causante de la enfermedad de las vacas locas, habrían llegado del cielo. Habrían sido traídos por uno de los miles de meteoritos que caen sobre nuestro planeta. Esta explicación es tranquilizadora, las harinas de desechos animales no son las responsables, y tampoco los fabricantes de esos productos. La causa sería extraterrestre. Incluso se dice que hay algunos científicos que creen en esta explicación, realmente caída del cielo.

Pero este apoyo de los científicos es lo que hace dudosa esa "hipótesis cósmica". Es un argumento de autoridad; recuerden eso que aparece en los prospectos de los productos para hacer crecer el pelo, que a veces dicen que el producto ha sido ensayado por científicos, o cuando algunos astrólogos confirman sus predicciones por el uso de un ordenador.

Cuando no se conoce la causa o el origen de un fenómeno, se suelen emitir hipótesis sobre la razón del fenómeno. Hipótesis que se van eliminando una a una a medida que se muestra la incapacidad de explicar lo que sucede. Se suele aceptar la hipótesis que mejor coincide con los hechos. Para lo cual, y en el caso de fenómenos terrestres, se experimenta.

Se ha comprobado que los priones se encontraban en los despojos de ovejas enfermas de la tembladera, y que al ser reducidas a harinas animales, han contagiado a los bovinos que las ingirieron. Por eso, los gobiernos de la Unión Europea han prohibido la fabricación de esas harinas y no lo han hecho con la caída de meteoritos.

La hipótesis de que los priones malignos procedían de un animal infectado ha resultado cierta, la experiencia lo ha demostrado. Lo mismo que se ha comprobado que los priones malignos, deformados, deformaban con su contacto a los priones "sanos". Una demostración de la hipótesis celeste hubiera sido encontrar un meteorito con priones, cosa que por el momento no ha sucedido. Posiblemente por haberse emitido, en los medios interesados, esa hipótesis. Los priones malignos, que se encuentran en algunas ovejas, y los que producen la enfermedad de Creutzfeld-Jacob, tienen un origen molecular y no hace falta traerlos de los "espacios infinitos".

Los científicos y los filósofos tienen una regla que siguen a rajatabla. La emitió un franciscano inglés en el siglo XIV, Occam, y dice que no hay que servirse de la pluralidad sin necesidad. Es el principio de economía conocido como la navaja de Occam. Sin este principio, la imaginación se puede disparar y acabar mal. Hay una regla para conocer el grado de ciencia de un científico: basta con preguntarle por el principio de Occam, si no lo sabe, es que sólo tiene el título, no el saber.

Los mensajeros cósmicos, si bien tranquilizan a los ignorantes y alientan fantasías, son muy inquietantes. Pues si todo lo que es de difícil interpretación se atribuye al cosmos, lejano y mal conocido, está demás la inteligencia humana, nos bastan los augures.

En Sociedad

    0
    comentarios