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Carlos Semprún Maura

Nubosidad variable

Como un velero que, sintiendo que el viento del noroeste afloja, gira en busca de vientos más favorables, me pareció notar en la prensa francesa un leve giro desde que Bush lanzó su ultimátum a Sadam. Desde luego, la mayoría de los medios siguen clamando: “¡Francia über alles” y “¡Arriba Chirac!”. En el Congreso que reunió este lunes en el palacio de Versalles a diputados y senadores para votar ciertas reformas de la Constitución que permitan la “descentralización”, la última “novia” de Raffarin, el líder del minigrupo comunista en la Asamblea, Alain Bocquet, lanzó parrafadas tan “líricas” de apoyo a Chirac que la prensa, compartiendo, sin embargo, esa repelente unanimidad patriotera, lo notó con sorpresa.

Pero, para dar algún ejemplo concreto, desde entonces, las opiniones contrarias a la política oficial publicadas en Le Figaro han aumentado, y en Le Monde, por primera vez y en portada, se publica un artículo sobre la ayuda directa de Irak a los terroristas palestinos con cifras: 25.000 dólares a las familias de los kamikaces que han logrado suicidarse matando y 10.000 a las “víctimas”. O sea, 12 millones de dólares desde que empezó la segunda intifada. ¿Cuántos litros de leche para niños hambrientos pueden comprarse con esa fortuna? Esto se sabía, pero Le Monde lo ocultaba.

Además, en dos páginas interiores publican un artículo de Mark Bowden, aparecido en The Atlantic Monthly, sobre el tirano Sadam. A mi juicio, dedica demasiado espacio a las manías gastronómicas, sexuales y otras del sujeto, e insuficiente a sus crímenes, aunque relate cómo, siendo vicepresidente, Sadam se hizo con todo el poder asesinando el mismo día a 60 dirigentes del Consejo de la Revolución iraquí. Desde luego, sus crímenes son infinitamente más numerosos: masacres de kurdos, masacres en el sur rebelde, masacres de opositores reales o supuestos, pero, repito, es la primera vez que ese vespertino informa de esa manera sobre la tiranía iraquí.

También es cierto que, en relación con la guerra anunciada, en los medios se expresa mucho más el fatalismo que el apoyo a la intervención. Y si la inquietud y un conato de crítica apuntan, no es tanto contra la eficaz política francesa de apoyo al tirano como por temor a los problemas que esa política pueda crear: divisiones duraderas en Europa, ruptura con los USA, un cambio brutal de las alianzas tradicionales, todo lo cual asusta a bastantes. Porque si todos los países son egoístas, Francia lo es más. Y si las autoridades se vanaglorian del apoyo de Rusia y China, ya que no lo han obtenido mayoritariamente en Europa, deberían tener muy en cuenta que China necesita –más que Francia– el petróleo iraquí. Y en cuanto a dictaduras, de eso saben mucho. Y Rusia sigue considerando las “zonas de influencia” soviéticas como suyas. Por eso defendieron a Milosevic ayer, y a Sadam hoy. No son exactamente los mismos intereses que los de Francia, porque, resumiendo, lo que Chirac pretende es, apoyándose en Europa, enfrentarse a los USA, y no a Irak.

Si la inquietud y las críticas siguen siendo tan minoritarias, también se debe al hecho de que en la UMP, partido mayoritario, se ha zanjado un conato de “rebelión”, con la orden fulminante de no expresar públicamente la menor duda y aún menos críticas. Dicen “defender la paz”, pero quieren imponer una censura de guerra. No lo lograrán del todo, pero qué triste es un país sin apenas debate.

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