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Carmelo Jordá

E-lectores y E-pioneros

Es cierto que los eBooks son hoy por hoy algo menos "agradables" que los libros de papel, pero todas sus contrariedades se ven superadas por el sentimiento de estar formando parte de un fenómeno de alcance, de estar entrando en el futuro.

El número de agosto de la revista New Yorker, como ustedes sabrán lo más de lo más de los culturetas de la Gran Manzana (y hay que reconocer que en muchos aspectos una publicación excelente), dedicaba uno de sus artículos principales al Kindle de Amazon.

Se trataba de un interesante texto firmado por Nicholson Baker, reputado escritor norteamericano, que narra a lo largo de varias páginas su experiencia con el, al menos hasta ahora, más conocido y vendido lector de eBooks. El texto es, como les digo, bastante interesante y refleja a un lector escéptico tras una experiencia que, en suma, viene a ser bastante desafortunada en parte por las propias limitaciones del dispositivo de Amazon, en parte por las de la enorme tienda y, sobre todo, por su modelo de negocio cerrado pensado para generar clientes cautivos.

Sin embargo, siendo interesante el artículo ha resultado todavía más estimulante un chat con los lectores de la publicación en el que el autor iba respondiendo a las dudas o las preguntas sobre su texto que se le planteaban.

Uno de los lectores expone una teoría en lugar de hacer una pregunta, un acto que sería deplorable si la teoría no fuese muy buena, que lo es: según él, es cierto que los eBooks son hoy por hoy algo menos "agradables" que los libros de papel y que leerlos requiere cierta manga ancha para muchos problemas que nos indignarían en un libro de toda la vida, pero todas esas contrariedades se ven superadas por el sentimiento de estar formando parte de un fenómeno de alcance, de estar entrando en el futuro.

Ponía un excelente ejemplo: los primeros coches no eran sino incómodos y lentos trastos, llenos de averías y que se desplazaban por caminos sin asfaltar y totalmente inapropiados, pero a pesar de todo tuvieron una legión de seguidores "que podían con todo eso porque veían en ellos el futuro".

Y que excitante resulta sentirse parte del futuro.

Puede que el contraste en la pantalla del Kindle (o de cualquier otro lector) no sea tan bueno como en una buena hoja de blanco papel, quizá ni en la todopoderosa Amazon sea posible encontrar todos los libros que buscamos en alguna ocasión (pero tampoco en una librería física cabría decir) y seguro que muchas de las ediciones digitales que leemos tienen un acabado mejorable; pero podemos apostar sin miedo a que habrá pantallas mejores, las librerías serán más amplias y las ediciones tendrán un acabado adecuado.

En resumen: muchos de estos problemas, propios de un mercado relativamente nuevo y en vertiginosa expansión, se solucionarán, y la mayoría antes de lo que pensamos. Como antes de lo que casi todos imaginaban había coches más cómodos, más rápidos y más seguros, y muchos de ellos circulando por excelentes autopistas.

Además, ya hoy en su incipiente estado como tecnología y como mercado los eBooks nos proponen algunas ventajas nada desdeñables: son más ligeros y cómodos que la mayor parte de los libros, permiten almacenar y transportar bibliotecas enteras, leer los miles de libros gratuitos que hay disponibles por la red...

Así que no hablamos sólo de futuro, sino de un presente interesante, no es sólo algo que llegará y que, como futurible, está pendiente de confirmación. No, los libros electrónicos está aquí y han venido para quedarse, un cambio irreversible, como bien decía la propia Carmen Balcells (que algo sabe de esto) y que va a modificar la forma de vender y comprar libros, desde luego la de leerlos y puede que incluso la de escribirlos.

Y es que no debemos olvidar que lo importante no es la tapa dura o el olor delicioso de la tinta y el papel, lo esencial de una novela de Galdós, Umbral o Bolaño son las palabras, las ideas.

No olvidemos, en suma, que digitales o en papel "de toda la vida", los libros son libros.

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