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Cristina Losada

La 'Operación Triunfo' de ETA

El tremendo bombo con que se reciben comunicados o actos como el de Durango no hace más que favorecer el interés de ETA en fijar los términos del debate.

El tremendo bombo con que se reciben comunicados o actos como el de Durango no hace más que favorecer el interés de ETA en fijar los términos del debate.

Los expresos de ETA, que no exterroristas, aparecieron en el antiguo matadero de Durango no sólo con la aquiescencia de la fiscalía y el juez. Lo hicieron también con toda la atención mediática que podían desear, obteniendo así una publicidad impagable gratis total: a cambio de nada. Porque no se admitió siquiera una solitaria pregunta en un acto que tuvieron la frescura de llamar "rueda de prensa". "Hemos dicho que no vamos a responder ninguna pregunta y aquí se acaba la rueda de prensa", dijo el portavoz para clausurar la cosa sin más trámites. La prensa estaba allí de mudo receptor, de atrezo, pero además estaba, para eso se la llamó, en el papel de comparsa.

Es asombroso que se avinieran los medios a aceptar tales términos. No los aceptan de cualquiera y protestan mucho por las comparecencias en las que no se admiten preguntas cuando las hace, pongamos, el presidente del Gobierno. Vamos, vamos, por no admitir preguntas se ha acusado a Rajoy poco menos que de un delito de lesa democracia. Pero los expresos de ETA convocan a la prensa y allí va en masa y silente. Perfectamente callada, salvo por un periodista de Intereconomía que decidió saltarse la ley del silencio abertzale. Igual creyó que estaba en una rueda de prensa y por eso le mandaron "al circo" al tiempo que le agarraban para echarle. Qué digo, "le invitaron a marcharse de la sala". De ese modo tan aseado describía el episodio el diario El País, que lo definió como "el único incidente" en el curso del acto.

Algo de razón llevaba ahí el periódico. Todos los demás incidentes se habían producido antes, cuando los sujetos allí reunidos mataban a destajo. Aunque también ellos estaban de atrezo, mudos excepto por lo que declaraban sus caras, componiendo el retrato de Dorian Gray de ETA. En la obra de Wilde, Dorian permanece joven, mientras que su retrato va reflejando su envejecimiento a la par que los estragos de los vicios y perversiones a los que se entrega. La realidad de Gray estaba en el retrato, igual que está la realidad de ETA en la catadura de sus reclusos. Eso fue un casting para una Operación Triunfo del terror, pero no en la ficción que produce el entramado etarra, sino en la línea de muertos vivientes de George A. Romero.

"ETA y los presos siguen empeñados en obligarnos a los demás a debatir sobre lo que a ellos les interesa, sobre los presos y su futuro, sobre las condiciones para la disolución de ETA", escribía hace unos días Joseba Arregi. Toda la actividad terrorista es, en cierta forma, una estrategia de comunicación, como desentrañaban en "Sangre y píxeles" Mikel Buesa et al. Entre el terrorismo y los medios, decían allí, existe una compleja relación simbiótica. Una delgada línea separa la información sobre el terrorismo de la publicidad que sirve a sus cambiantes tácticas. El tremendo bombo con que se reciben comunicados o actos como el de Durango no hace más que favorecer el interés de ETA en fijar los términos del debate. De entrada, ya imponen los términos de sus farsas de ruedas de prensa sin que los medios rechisten.

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