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EDITORIAL

¿Por qué callan?

Quienes se engolfan en el "España ens roba" se hacen los suecos cuando toca mirar a Suiza.

El debate entre los candidatos a la presidencia de la Generalidad reveló una actitud preocupante de la mayoría de ellos ante las fundadas sospechas de corrupción que recaen sobre Artur Mas y CiU. Mientras las gravísimas revelaciones sobre el presidente del Gobierno autonómico y la familia Pujol ocupan las portadas de la prensa nacional, y los presuntos implicados se envuelven en la bandera independentista y amenazan con querellas que no llegan a presentar, cinco aspirantes a desbancar a Mas prefieren pasar de puntillas sobre la cuestión.

Ni el socialista Pere Navarro, ni la popular Alicia Sánchez-Camacho –que, en cambio, sí ha hecho manifestaciones al respecto este lunes–, ni el ecocomunista Joan Herrera (ICV-EUiA) ni los independentistas Oriol Junqueras (ERC) y Alfons López Tena (Solidaritat) se atrevieron a poner a Mas ante las graves acusaciones que pesan sobre él. Sólo el líder de Ciutadans, Albert Rivera, tuvo el coraje y la responsabilidad de mencionar un asunto que debería preocupar a todos los catalanes y que no puede ventilarse con alusiones a "las cloacas del Estado" como las que se están haciendo desde la CiU de Mas, que parece aquejado de manía persecutoria.

No es extraño que Rivera tenga la "impresión" de que hay un "pacto" entre PP y CiU para "no tocarse mucho las vergüenzas", tal y como ha declarado este mismo lunes a esRadio. Impresión que no contribuye a difuminar la actitud del ministro de Interior, casualmente viejo representante del establishment político catalán, más preocupado por el origen de la filtración que por la investigar la veracidad de algo que es, desde cualquier punto de vista, mucho más grave que pasar un informe a un periodista.

Tampoco es tranquilizador el hecho de que, en Cataluña, muchos casos de corrupción estén signados por la transversalidad: en no pocas ocasiones, los detenidos o imputados pertenecen a partidos distintos, lo que lleva a sospechar que a muchos se les olvidan las diferencias ideológicas cuando se trata de saquear las arcas públicas.

Completan esta ecuación de silencio unos medios de comunicación que, ampliamente engrasados con dinero público, en lugar de denunciar la corrupción se esfuerzan en taparla, así como en acallar y desprestigiar a los que señalan las vergüenzas de los poderosos.

Los catalanes deben reflexionar con toda la gravedad que tiene el asunto acerca de su clase política y de los medios de comunicación locales, especialmente acerca de aquellos que se engolfan en el "España ens roba" y se hacen los suecos cuando toca mirar a Suiza.

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