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EDITORIAL

Sarkozy nos saca las castañas del fuego

Ha tenido que ser Nicolas Sarkozy quien nos quite las castañas del fuego y haga lo que no ha sido capaz de hacer nuestro Gobierno.

Todo parece indicar que, tras varios días de angustia, la situación de los franceses y españoles encarcelados en el Chad podría resolverse favorablemente. Hoy han vuelto a España cuatro azafatas españolas de la mano del presidente francés Nicolas Sarkozy, que se ha desplazado hasta el país africano para aclarar la situación de los detenidos y hacerlos llegar a sus respectivos países en un plazo breve. Sus palabras de que "todos tienen que volver a casa" resultan esperanzadoras.

El presidente francés cierra así una crisis diplomática delicada, en la que el Gobierno español ha vuelto a brillar, pero por su ausencia. En doloroso contraste con la ejecutoria de Sarkozy, Miguel Ángel Moratinos se ha limitado a lamentar la situación y a informar a los periodistas de la situación vivida por nuestros compatriotas y nuestros vecinos, sin aportar un gramo a la resolución del enconado conflicto. Es verdaderamente preocupante, cuando no irritante, observar la inoperancia del ministro en la defensa de los españoles fuera de nuestras fronteras, así como de los intereses de nuestro país en el mundo. Toda la cercanía del Gobierno Zapatero con Evo Morales no le sirvió de nada en la defensa de nuestras empresas en Bolivia, pongamos por caso. Ha tenido que ser Nicolas Sarkozy quien nos quite las castañas del fuego y haga lo que no ha sido capaz de hacer nuestro Gobierno.

Con todo, lo cierto es que la actuación de la ONG francesa parece totalmente discutible. El acrónimo ONG, pese a ser manifiestamente falso, ya que reciben en su práctica totalidad dinero del Gobierno, viene asociado en el imaginario de la gente a todas las virtudes cívicas imaginables. Pero en muchas ocasiones, en más de las que cabría pensar, la situación no es esa. La gestión de las ONGs está acompañada por una opacidad que es inimaginable en una empresa volcada hacia el beneficio, y la opacidad favorece los comportamientos menos admirables.

En el caso de la organización El Arca de Zoé, que pretendía facilitar la acogida de niños huérfanos de aquél país, según los datos recabados por Naciones Unidas y por Cruz Roja, nada menos que 91 de los 103 niños que iban a abandonar el continente africano tenían familia, por lo que de lo que el negocio de esta ONG ya no es la adopción de huérfanos sino otro muy distinto. La participación española se limita a la colaboración de una línea aérea que, en principio, no tiene porqué saber si la actividad de El Arca de Zoé era la que pretendía o no. Pero lo supieran o no, la presunción de inocencia debiera ser suficiente para que el Chad dejara en libertad a los españoles. Ni eso ha logrado hacer Moratinos. La dirección de nuestra diplomacia no puede ser más nefanda.

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