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EDITORIAL

Vázquez encabeza... un descenso imparable

La reacción de los principales dirigentes socialistas ante el último sondeo del CIS, que otorga 7,7 puntos de ventaja al PP, no sólo refleja la falta de reconocimiento del acelerado deterioro de las expectativas del PSOE, sino también su total ausencia de propósito de enmienda. No sólo se niegan a reconocer la paulatina pérdida de confianza de los ciudadanos en este partido, sino que insisten en el mensaje político que la ha mermado.
 
El trabajo de campo del barómetro de octubre se realizó entre el 25 y el 31 de octubre, es decir, en plena resaca de las elecciones a la Comunidad de Madrid. A la radicalidad y obsolescencia del discurso socialista en los casos del Prestige e Irak, a la falta de alternativa a una política económica que, con el PP,  continúa situando a nuestro país a la cabeza de crecimiento económico de Europa, los socialistas han dejado en Madrid en evidencia lo renuentes que siguen siendo a la hora de asumir las responsabilidades en los errores propios.
 
Ante estos últimos datos del CIS, algunos socialistas todavía se aferran de forma patética al hecho de que el sondeo se produjo antes de las elecciones catalanas, donde los socialistas han ganado “en número de votos”. El “capítulo catalán”, para el PSOE, sin embargo, lejos de ser una tabla de salvación tiene todo el aspecto de ser el bloque de cemento en los pies de Zapatero que termine de hundir aún más sus expectativas de cara a las generales.
 
Los socialistas, más que esperanzados por el impacto que el resultado de las catalanas pueda tener en los próximos sondeos, deberían sentirse aliviados porque el CIS haya sondeado a los ciudadanos antes de que estos presenciaran el patético espectáculo de un Zapatero totalmente rendido a la disposición de Maragall de pactar con los independentistas catalanes con tal de tocar poder en Cataluña. Eso, si finalmente lo toca, por no hablar del otro bochornoso espectáculo vivido en el reciente relevo de la dirección de la FEMP, donde los socialistas, por no desairar a los nacionalistas, se han negado a condenar, junto al PP, el plan Ibarretxe y salir en defensa de la Constitución que este año cumple su 25 aniversario.
 
Si, tras la “amarga victoria” en las municipales —más que amarga, falsa— los sondeos del CIS volvieron en julio a situar al PSOE por debajo del PP en expectativa de votos, las “victorias” de Maragall en Cataluña y la de un irreconocible y lamentable Vázquez al frente de la FEMP, tienen todos los visos de dejar al PP en marzo en la “solitaria” compañía de la mayoría absoluta.
 
No se trata de restar méritos al PP para lograr una segunda mayoría absoluta; sino tan solo de constatar la impagable ayuda que está recibiendo este partido con la insistente y suicida estrategia que Prisa le está imponiendo al suyo. ¿Tan difícil es que los socialistas se hagan una idea, no ya de la decepción, sino de la enorme irritación que han podido provocar en muchos de sus votantes con el bochornoso espectáculo protagonizado por su partido en la FEMP? ¿No se dan cuenta de que la inmensa mayoría de los ciudadanos consideran que el “sacrosanto consenso” entre las fuerzas políticas es completamente intolerable si pasa por impedir nada menos que a la Federación de Municipios Españoles salir en defensa de la Constitución y contra los planes secesionistas? ¿No se dan cuenta los socialistas que señalar “la soledad del PP” oponiéndose a esta mordaza que han impuesto las minorias nacionalistas al PSOE en la FEMP, lejos de denigrar al partido de Aznar, lo dignifica de cara a los electores? ¿Creen en el PSOE que poniendo a Vázquez al frente de la Federación Española de Municipios ya van a recuperar la confianza de la inmensa mayoría de españoles que están hartos de las cesiones a las minorías nacionalistas?
 
El nuevo presidente de la Federación Española de Municipios, manifestándose ahora nada menos que “contrario a la política del PP de aislar a Esquerra republicana”, evidencia, ciertamente, que “no está dispuesto a admitir lecciones de patriotismo”. Lo grave, sin embargo,  es que con este tipo de guiños a los nacionalistas a los que debe el nuevo cargo, muchos españoles se preguntarán si Vázquez sigue en disposición de impartirlas. Y en pocos sitios son tan necesarias esas lecciones como en la asociación que arropa a todos los municipios españoles, y pocos momentos tan idóneos para impartirlas como los que vivimos ante el envite secesionista del PNV que tuvo su embrión, precisamente, en ese engendro de muncipios nacionalistas vascos llamado Udalbiltza.
 
Aunque la deriva y la dispersión del discurso nacional del partido de Zapatero se retrotrae a la decapitación de Redondo Terreros al frente de los socialistas vascos, el episodio de la FEMP y el que aún tienen que lidiar los socialistas en Cataluña, tal vez sean decisivos para refrescar todavía más la memoria de los españoles sobre los déficits del PSOE de cara a las generales. Hasta entonces, Zapatero ya se podrá dar con un canto en los dientes si el deterioro de su partido finalmente se limita al que ahora manifiesta el último sondeo del CIS. Hasta ahora nos aventurábamos a señalar que “o Maragall o Zapatero”. Ahora estamos tentados a pronosticar que “ni uno ni otro”.

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