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Emilio Campmany

A la gallardonita manera

Creo yo que, si de lo que se trata es de ganar con el estilo de Gallardón, lo mejor será hacerlo liderados por el auténtico y genuino y no por una mala y barbada copia que a nadie va a engañar.

Alberto Ruiz Gallardón cree saber que España es de izquierdas. Aquí, para vencer en las elecciones siendo de derechas, hay que simular que uno no lo es. La estrategia ganadora consiste en conservar el voto de la parroquia derechista, cosa fácil porque el sistema electoral español prima el voto útil, y rebañar un buen manojo de votos por la izquierda. Por eso, a Gallardón le gusta presentarse como el más izquierdista de los líderes del PP, para aparentar ser el que más posibilidades tiene de ganarle a Zapatero. La fórmula es fácil: una olla de algo más de intervención que de liberalismo, salpicón contra la familia las más noches, gays y lesbianas los sábados, rojillos los viernes y un Cebrián de añadidura los domingos; y se sale en las encuestas como el líder más valorado de la derecha española.

Rajoy nunca lo vio claro: a fin de cuentas, Aznar, con ser Aznar, alcanzó la mayoría absoluta en 2000. Pero, por otro lado, fueron muchas las voces que le previnieron contra la "excesiva derechización" susurrándole una y otra vez al oído que había demasiados obispos, demasiadas banderas, demasiada España en el mensaje del PP.

Al final, allá por el mes de enero, alguien, quizá Arriola, terminó por convencerle:

– Desengáñate, Mariano. Tu PP, este PP, no va a ganar las elecciones. Gallardón tiene razón. España es de izquierdas, mal que le pese a la carcundia del barrio de Salamanca.
– Eso está muy bien, pero ¿qué puedo hacer a estas alturas? ¿Meter a Gallardón en las listas para que, si pierdo, me clave su daga en el quinto espacio intercostal?
– Da igual lo que hagas de aquí a marzo. Perderás. Lo único que te cabe es cargarte de razón. Demuestra al partido, a tus bases, a tus electores, que con Zaplana y Acebes y con su modo de hacer oposición, se pierde.
– ¿Y luego?
– Luego dale la vuelta al partido y disponte a ganar con el estilo de Gallardón.
– Con el estilo de Gallardón, pero sin Gallardón.
– O con él. Una vez que no es diputado, no puede hacerte daño y siempre puedes darle un cargo importante para demostrar que ha habido un giro, un cambio de rumbo.

Y Rajoy se convenció. Al menos, eso es lo que hoy parece. Ha decidido que ganará en 2012 a la gallardonita manera, o sea, haciéndose nacionalista en Galicia, País Vasco y Cataluña, y socialista en Aragón, Extremadura y Andalucía.

Tratándose de un país como el nuestro, es posible que el truco funcione. Pero creo yo que, si de lo que se trata es de ganar con el estilo de Gallardón, lo mejor será hacerlo liderados por el auténtico y genuino y no por una mala y barbada copia que a nadie va a engañar.

Por otro lado, me temo que, si el asalto a la Moncloa va a hacerse a la gallardonita manera, ya sea encabezados por el inventor del ardid ya sea por su imitador, unos cuantos nos iremos a engrosar el partido de la abstención.

¿Nos queda alguna esperanza? Alguna queda. Yo, por de pronto, me encomendaré a San Egidio abad. Si ven por qué otro nombre fue conocido, sabrán porqué lo hago.

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