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Emilio Campmany

El Banco Central del Reich

El que pierde en todo esto es quien dice Rubalcaba que ha ganado, Françoise Hollande. A cambio de esos 120.000 millones, que sólo una parte irán a parar a Francia, ha cedido la soberanía sobre sus entidades bancarias.

Nos cuentan que este 29 de junio han ocurrido asombrosas maravillas en Bruselas. Hollande ha abandonado a Merkel y ha hecho frente común con los parias del Sur de Europa. La canciller alemana se ha quedado sola y, frente al plantón de italianos y españoles, no ha tenido otro remedio que ceder a sus exigencias. Rajoy gana. Merkel pierde. Es lo que dicen los periódicos. Es lo que dice el Gobierno. Y es lo que dice Rubalcaba. No me lo creo. No me creo que Hollande tenga los mismos intereses que España e Italia. No me creo que Merkel se haya dejado vencer. No me creo que españoles e italianos, que competimos por hacernos con unos mismos fondos, insuficientes para atender a las necesidades de ambos, seamos aliados en eso o en cualquier otra cosa. No me creo que Monti, a quien Merkel colocó en el Quirinal, haya traicionado ahora a su mentora. Y mucho menos que estuviera dispuesto a dimitir. No me creo una palabra.

Lo que han hecho Monti y Merkel es montar una comedieta fingiéndose enfrentados el uno con el otro para sacarle a Hollande lo que ningún francés hubiera cedido nunca, el control de los bancos franceses. ¿Tiene sentido que Merkel ceda ante la amenaza italo-española de boicotear el plan de Hollande? Alemania hubiera estado encantada de que ese plan se fuera al garete. El país germano no necesita políticas de crecimiento. Quien las necesita son Francia, España e Italia. A la canciller le interesaba aparentar que el organismo supervisor de la banca europea salía a pesar suyo porque buena parte de los dirigentes alemanes no quieren que sus cajas dependan de ningún organismo europeo y menos si éste está bajo control de Berlín. Quieren que lo sigan haciendo de los länder (debe de ser que golfos los hay en todas partes). Por eso, se ha disimulado que lo acordado lo ha sido a pesar de Merkel. Si la premier alemana hubiese de verdad querido romper la alianza italo-española le habría bastado ofrecer unas cuantas migajas a cualquiera de los dos países y Rajoy o Monti se hubieran apresurado a traicionar al otro a cambio de unos pocos miles de millones de euros. No lo hizo porque no quiso hacerlo.

A nosotros, españoles e italianos, nos da igual quien supervise nuestros bancos si a cambio de ceder soberanía nos dan seis meses más de vida en forma de miles de millones de euros de deuda adquirida en el mercado. Y a Merkel le da igual pagar las facturas de estos meses si al final ha de hacerse con el control de la banca europea. El que pierde en todo esto es quien dice Rubalcaba que ha ganado, Françoise Hollande. A cambio de esos 120.000 millones, que sólo una parte irán a parar a Francia, ha cedido la soberanía sobre sus entidades bancarias. Cuando nuestros vecinos se den cuenta, van a creer que su presidente ha trasladado la capital a Vichy. No, si cuando Rubalcaba aplaude...

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