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Es difícil superar el nivel de descrédito que el Secretario de Estado de Economía ha logrado en pocos días con un solo asunto de los muchos ligados al caso Gescartera. Ya hemos perdido la cuenta de las veces en que José Folgado se ha desmentido a sí mismo a propósito de la legalidad o ilegalidad de las cuentas cifradas u opacas del HSBC. Pero, como prácticamente todos los dias ha desmentido lo que había afirmado el anterior, podemos decir, sin temor a errar demasiado, que desde que Caruana destapó esta historia, Folgado ha mentido tantas veces como días transcurridos, dividido por dos.

Conviene, sin embargo, que Folgado se ponga de acuerdo consigo mismo y que Economía llegue a un pacto de no agresión conceptual con Hacienda y con el Banco de España. Alguien del Gobierno va a tener que explicarnos algún día qué son realmente las cuentas cifradas del HSBC, qué significa esa cuenta de nunca acabar que empezaba probablemente en Madrid y terminaba en Suiza, pero de cuya legalidad nadie puede hacerse responsable, porque ha sido inexistente.

Montoro debe explicarse, Caruana debe ir más lejos en lo que destapó cuando nadie lo esperaba y Folgado, segundo de Rato, no debería irse por los cerros de Úbeda, sobre todo teniendo en cuenta que Úbeda no tiene cerros. Si hay que esperar a las conclusiones inconclusas del Caso Gescartera, esperaremos. Pero ya no cabe esperar mucho más. O se explican o dimiten. O están tapando algo feo, muy feo, o no saben ni lo que están tapando, que resulta más feo todavía. En todo caso, a la vista está que Gescartera no ha terminado. A ver si nos la explican mejor.

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