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Federico Jiménez Losantos

La estrategia del "ya escampará"

No es raro que en política la cobardía se disfrace de prudencia. Hacer de la necesidad virtud es una fórmula habitual en la vida pública y es aceptable cuando no afecta a las libertades fundamentales de las que los políticos son representantes o depositarios, nunca dueños. Pero cuando un político injustamente agredido no se defiende a sí mismo está dejando de defender a los que confiaron en él. Y cuando un líder político no defiende a su partido se está suicidando en compañía de los suyos. Hay países desgraciados en los que el suicidio de una fuerza política conduce a la ruina del sistema y a la guerra civil. Eso sucedió en España entre el 34 y el 36, cuando la izquierda violenta creyó que la derecha democrática era capaz de defender la República pero incapaz de defenderse a sí misma. Y a José María Aznar empieza a ponérsele cara de Gil Robles.

El PP ha decidido, como de costumbre, no defender las ideas y principios que animan su acción de Gobierno. Una posición centrista es eso, una posición, pero cuando hablamos de una guerra, en el Gobierno se está con unos o con otros. En el limbo no se admiten presidentes del Gobierno. Y nuestro presidente ha sido valeroso en elegir, pero está siendo muy poco valiente en defender a su partido de las consecuencias de su elección. Él, dentro de un año, ya fuera del Gobierno, podrá pasear por el mundo su perfil de gobernante serio y consecuente. Pero mientras Blair acude a todos los debates habidos y por haber, da la cara en todas partes y se multiplica para convencer a un país casi tan comodón como los demás de la necesidad de esta guerra, Aznar se limita a ganar teóricamente los debates en el Parlamento mientras los candidatos del PP no pueden salir a la calle sin ser agredidos. Y su libertad es el termómetro de las libertades de todos, sitiadas por el sectarismo criminoso de la izquierda... y la melindrosidad de la derecha.

La estrategia del "ya escampará", además de inmoral, es suicida. Primero, porque no escampará. La izquierda no va a renunciar al acogotamiento de la derecha si ésta no se defiende. Segundo, porque la dejación en materia de orden público no es separable de la cobardía ideológica y la deserción informativa. El sanedrín de La Moncloa, tan diligente en quitar y poner tertulianos en los medios adictos, es incapaz de conseguir que estos medios no sean plataformas de deslegitimación de su política y de la posición nacional e internacional de España, que sobre legal es legítima. La hiperlegitimidad de la izquierda en España, gracias a la pusilanimidad de la derecha gilrroblista, condujo a nuestro país a la guerra civil. Por lo que hizo el PSOE y por lo que no hizo la CEDA. Aznar, en su nube de incienso, no se da cuenta de que le están creciendo el papo y las entradas, como a Gil Robles. Alguien debería traerle un espejo, por si se atreve a mirarse.

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