En un atraco sin precedentes a los derechos de los electores, en una desvergonzada rifa de los derechos y obligaciones de los parlamentarios, en una lotería clandestina con bote para la empresa, Alfredo Pérez Rubalcaba ha protagonizado ya el primer escándalo del zapaterismo antes de que Zapatero sea investido presidente, o lo que es lo mismo, ha demostrado que los hábitos más puntillosamente ilegales del felipismo tardío alientan en esta continuación de lo mismo pero con canas, que es el zapaterismo temprano. De nada sirve la ley electoral, de nada sirve ganar votos y escaños, o perderlos, porque llega Rubalcaba y reparte diputados según le conviene a las minorías que por ley no deberían tenerlos, en lo que no es sólo un fraude de ley, sino el avance de la política del PSOE para toda la legislatura: la venta por parcelas de la soberanía nacional.
Como el PP no aceptó regalarle a los nacionalistas catalanes, siervos anunciados de Zapatero, un puesto en la mesa del Congreso a cambio del que el PSOE les otorga a sus socios de IU, Rubalcaba se ha sacado de la manga una "interpretación flexible" de la ley para que Coalición Canaria le niegue sus escaños al PP para conseguir la mayoría absoluta y, todos en comandita menos el PP, formando esa mayoría anticonstitucional que preside el PSC-PSOE, otorgarle a Javier Rojo, el antiguo españolista convertido en nacionalista vasco, el prototipo de tránsfuga de la España constitucional a la Ex-paña de Ibarreche y Rovireche, la presidencia del Senado. Si es el adelanto de su liquidación como segunda cámara de la soberanía nacional, se agradece la claridad de Rubalcaba. Si es como Lonja de Contratación de propiedades y alquileres de votos para Zapatero, también.