La esquizofrenia moral y política que aflige al socialismo español se ha puesto una vez más de manifiesto en el País Vasco y en Madrid. Mientras en las reuniones del comatoso Pacto Antiterrorista el PSOE propone que desde el Gobierno Central se pueda disolver a los ayuntamientos que se convierten en núcleos liberticidas, en simples terminales del terrorismo etarra, la dirección del partido ha decidido expulsar a los militantes de Sestao que se niegan a aceptar la orden de romper con el PP y pactar con el PNV una nueva mayoría municipal. O sea, que mientras Zapatero dice que hay que disolver los ayuntamientos antidemócratas, lo que realmente hace es disolver a los demócratas de verdad que se juegan la vida en los ayuntamientos defendiendo la Nación y la Constitución.
Y es que al final no se puede estar con el PNV, los grandes aliados de ETA, y con el PP, las grandes víctimas del terrorismo, junto con el PSE-EE. No se puede defender el pacto por las libertades constitucionales y formar gobierno con los enemigos mortales de la Constitución y el Estatuto. No se puede estar a la vez con España y contra España, con la libertad y contra la libertad. Y, si se pretende de verdad, se cae en contradicciones tan monstruosas como la de Sestao, que es sólo el principio de la desbandada y práctica disolución del PSOE en el País vasco si se consuma la entrega incondicional al PNV que preconizan González y Cebrián y que obedecen Jáuregui, Patxi López y el pobre Zapatero. Porque pobre de espíritu y políticamente condenado a la indigencia es el político que alquila su liderazgo en vez de ejercerlo, que enciende una vela a Dios y otra al Diablo. Este satanismo barato al final costará muy caro. A Zapatero, al PSOE y, por desgracia, al resto de los españoles, que no tienen culpa de su esquizofrenia política ni de su miseria ética. Sestao se ha convertido en un símbolo de las dos.
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