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De partidos democráticos

IU es un partido antidemocrático, cuyo modelo reconocido de sociedad está a medio camino entre Corea del Norte, Cuba y Venezuela. Son también antidemocráticos BNG o ERC, cuya ideología se mueve entre reminiscencias fascistas y reclamaciones socialistas.

¿Qué es un partido democrático? Un partido puede ser democrático al menos en dos sentidos; respecto a su funcionamiento y comportamiento y respecto a sus objetivos y fines propuestos. Generalmente, ambas cosas suelen ir a la par; un partido antidemocrático lo es en sus objetivos y en su funcionamiento. Sin embargo, en la realidad ni tiene porqué ser así ni de hecho lo es.

Si nos centramos en el funcionamiento interno, ningún partido en España puede ser llamado en justicia democrático; mandan los aparatos, los profesionales de la cosa, en una autoritaria mezcla de burocracia y oligarquía. Su naturaleza salta a la vista cuando comparamos el proceso de elección de candidatos en EEUU con el de España, lo que provocará en nuestros lectores sonrojo, y con razón. Respecto a sus reglas internas, no cabe duda de que ningún partido en España puede ser denominado democrático.

Respecto a sus objetivos, hablar de partidos democráticos exige analizar cuidadosamente qué objetivos proponen, y qué tipo de régimen buscan defender o construir. Es decir, la cosa depende de qué entiende cada cual por democracia. Nosotros la definimos a la manera occidental; sociedad plural con un régimen constitucional. Si se entiende así el constitucionalismo se basa en dos pilares. Por un lado el reconocimiento y fomento institucional de la heterogeneidad de la sociedad, de su carácter plural discutidor, conflictivo y polémico. El segundo pilar es el Estado de derecho y el imperio de la ley. Es decir, que todos los ciudadanos sean iguales ante la ley, ante la cual todos, ciudadanos privados y poderes públicos, deben postrarse.

Por lo menos nominalmente, UPyD, Ciudadanos, PP y Partido Socialista son partidos democráticos. Decimos nominalmente porque de la mano de Zapatero el PSOE está virando hacia un partido radical. Zapatero ya ha anunciado que España no está "cuajada", y que hay que superar la Constitución para fundar una nueva convivencia. La duda está más que justificada, dados sus proyectos futuros. En cuanto a sus objetivos, es legítimo preguntarse por el carácter democrático del PSOE actual.

Si en este caso es dudoso que el partido de Zapatero sea un partido estrictamente democrático, sí está claro que no lo son algunos de sus socios y aliados. Izquierda Unida es un partido antidemocrático, cuyo modelo reconocido de sociedad está a medio camino entre Corea del Norte, Cuba y Venezuela. Son también antidemocráticos BNG o ERC, cuya ideología se mueve entre reminiscencias fascistas y reclamaciones socialistas. De EA, PNV y CIU puede decirse que allí donde gobiernan o lo han hecho, el pluralismo ha languidecido y el imperio de la ley se ha vuelto arbitrario. Ninguno de ellos oculta un hecho para nosotros esencial: no creen en el pluralismo, al que acusan de crispación, y creen que la ley debe ponerse al servicio de la sociedad o "el pueblo", es decir, de ellos mismos.

Lo normal es que un régimen democrático soporte de manera más o menos paciente este tipo de ideologías anticonstitucionalistas, dejándolos fuera del juego de gobierno y de las decisiones importantes. Habrá que ver si después de las elecciones es posible acometer las reformas para que la democracia parlamentaria no alimente a sus propios enemigos. Pero para eso será necesaria la derrota de Zapatero y la determinación del PP.

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