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Game over

Ni ETA tiene voluntad alguna de desaparecer, ni Batasuna gana alguna de condenar el terrorismo. Los terroristas piensan que con el alto el fuego ya han cumplido su parte del contrato y que ahora le toca a Zapatero hacer frente a sus compromisos.

El presidente del Gobierno se parece cada vez más a uno de esos esmerados concursantes televisivos que deben superar pruebas cada vez más difíciles luchando además contra el cronometro. Hasta ahora, cada vez que ETA ha hecho sonar la alarma, Zapatero se ha sacado un comodín de la manga para no ser eliminado, ya sea el reconocimiento político de Batasuna, la utilización de la Fiscalía para favorecer a los terroristas o la proclamación del derecho a decidir de los vascos. Pero las pruebas que ETA exige son cada vez más insalvables y Zapatero les ha dado además a los terroristas el control del tiempo.

En la trepidante montaña rusa en que se ha convertido el proceso, Zapatero sonríe confiado en que al final será él quien se lleve el premio gordo de la paz. Pero las señales que emite ETA en los últimos meses no pueden ser más descorazonadoras, incluso para un optimista compulsivo como nuestro presidente del Gobierno. Batasuna no cesa en denunciar que el proceso está en crisis. La propia ETA da muestras inequívocas de su voluntad de seguir con su actividad terrorista, ya sea con disparos al aire en un descampado del País Vasco, quemando autobuses y cajeros en las ciudades o con robos de pistolas en Francia.

La fecha límite para el juego son las próximas elecciones municipales. O Zapatero logra que Batasuna pueda concurrir a las mismas y se haya constituido además la mesa de partidos que decidirá el fututo del País Vasco, o ETA dará por concluida su tregua y lanzarán una nueva campaña de asesinatos. Para hacérselo más difícil al concursante, ni ETA tiene voluntad alguna de desaparecer, ni Batasuna gana alguna de condenar el terrorismo. Los terroristas piensan que con el alto el fuego ya han cumplido su parte del contrato y que ahora le toca a Zapatero hacer frente a sus compromisos.

¿Podrá Zapatero superar esta nueva prueba? No lo tiene fácil si no cambia antes la Ley de Partidos. La decisión del Tribunal Supremo de clausurar las herriko tabernas y la de la Audiencia de encausar a los más altos dirigentes de Batasuna por pertenencia a ETA ponen en entredicho la capacidad del presidente para garantizar la impunidad judicial a sus interlocutores políticos. En estas circunstancias, es jurídicamente imposible que Batasuna pueda concurrir a las elecciones, al menos en su configuración actual.

¿Aceptará el público que el concursante haga trampas para llevarse el premio? Es evidente que toda la sociedad española anhela la paz tanto como el propio Zapatero, pero a diferencia de él no todos están dispuestos a alcanzar la paz a cualquier precio. Lo más triste es que si Zapatero es finalmente eliminado del juego serán otros los que paguen las últimas consecuencias de su fracaso.

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