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Planeando la Defensa

Tenemos una nueva y mala DDN, poco o nada estratégica, y con excesivas generalidades y pocas concreciones. Un mal comienzo para el nuevo ciclo de planeamiento de la defensa.

Formular la estrategia de una organización empresarial implica tres grandes pasos: determinar dónde estamos, adónde queremos llegar y cómo llegar hasta allí, es decir, diseñar un plan estratégico, a corto, medio o largo plazo. Es un proceso continuo, dinámico y complejo que requiere de mucha evaluación y ajustes. Si todo va bien, se alcanzan las metas buscadas. Del ámbito militar es precisamente de donde el mundo empresarial heredó estos términos y su puesta en práctica. Hoy en día no se concibe el mundo empresarial sin planeamiento ni estrategia pero, ¿qué ocurre hoy en el ámbito militar español?

Corren malos tiempos para el planeamiento de la Defensa en España, proceso que parte de la Directiva de Defensa Nacional (DDN): el máximo documento oficial en el que, con un horizonte temporal de cuatro años, queda plasmada la orientación estratégica española y las metas esenciales para el mantenimiento de la estabilidad y la convivencia en paz y en libertad de la nación.

La DDN vigente tiene fecha de 30 de diciembre de 2008 aunque a finales de noviembre la ministra Chacón compareció en el Congreso de Diputados para presentar sus líneas maestras. Fue en un discurso muy prolijo en reseñas históricas, en el análisis de las distintas aproximaciones a la seguridad y a la defensa en los países de nuestro entorno y en general con demasiadas obviedades para una Comisión de Defensa. Todo para recabar el apoyo y discutir sobre un documento que la ministra ni siquiera remitió previamente a los miembros de la Cámara. Días más tarde, la llevó a la reunión del fastuoso Consejo de Defensa Nacional, órgano que apenas cumple con funciones protocolarias, y después fue refrendada por el presidente. Luego cayó en el olvido.

Carmen Chacón calificó esta nueva directiva como "singular", por ser la primera vez en la que participan en su diseño aquellos departamentos que de un modo u otro contribuyen a la defensa, algo realmente difícil de percibir en el texto: mal que le pese a la ministra, más bien parece mantener el carácter unidepartamental. El documento tampoco responde con claridad a la gravedad de las amenazas que hoy acechan a la seguridad de España aunque incorpore referencias a la proliferación de armas de destrucción masiva o a la amenaza que suponen los Estados fallidos, algo que no contenía la anterior directiva. Eso sí, como su antecesora mantiene su compromiso con lo que el Gobierno denomina legalidad internacional y multilateralismo eficaz aunque luego nuestros ejércitos participen en misiones de la UE o la OTAN sin requerir necesariamente la aprobación de la ONU.

La DDN tampoco establece ningún criterio sobre el nivel de ambición militar de nuestro país que sea coherente ni con nuestro supuesto peso económico y político en la comunidad internacional (somos la octava potencia según Zapatero), ni con la gravedad de la amenaza a la que nos enfrentamos, ni con el papel que quiere jugar nuestro país en el mundo. Eso sí, habla de mantener un esfuerzo presupuestario continuado y suficiente cuando los últimos presupuestos de Defensa nos llevan a una realidad bien distinta.

Tenemos una nueva y mala DDN, poco o nada estratégica, y con excesivas generalidades y pocas concreciones. Un mal comienzo para el nuevo ciclo de planeamiento de la defensa, que parte de la DDN y que debería haber comenzado en enero de 2009 con la aprobación de la Directiva de Política de Defensa. Tan poco interés tiene este Gobierno en la defensa que esta directiva –en la que se determinan los objetivos a alcanzar, la situación estratégica y los factores básicos de planeamiento– se firmó pasados cuatro meses y con el consiguiente retraso de lo que viene detrás: la Directiva de Planeamiento Militar, el Proyecto de Objetivo de Capacidades Militares y el Objetivo de Capacidades Militares.

Parece que Chacón ha decidido dejar en un segundo plano el proceso de planeamiento de la defensa y ha optado por la mera gestión circunstancial –y generalmente mal– de los problemas conforme se van presentando. Es lo que deduce de sus acciones como responsable del Ministerio, aunque ella seguramente se escude en esa esperada Estrategia de Seguridad Nacional que lleva casi un año proclamando y de la que cada día se tienen más dudas.

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