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Ignacio Moncada

Carrera de poder

La revelación de la fecha electoral es el pistoletazo de salida de la carrera por habitar La Moncloa. Será, eso sí, una pugna en la que los candidatos correrán en direcciones distintas. Rubalcaba, insigne esprínter, lo hará en dirección opuesta a Zapatero

El anuncio del adelanto electoral es la confirmación de que el Gobierno ha tirado la toalla. Zapatero, cuando se le preguntaba por lo agónico de la legislatura, no hacía más que repetir que agotaría su mandato sin dudar. Los motivos alegados eran que debía completar sus ficticias reformas necesarias, y que unas elecciones en plena crisis de deuda pública podían terminar de hundir la economía española. Errada hipótesis, ya que los mercados no sólo evalúan la gestión económica presente, sino también las expectativas del futuro. Unas elecciones en plena tormenta pueden ser buenas si se adivina tras ellas una esperanza de buena gestión económica. El caso es que el adelanto electoral de Zapatero ha venido a admitir, aún desde el error, que prefiere dejar que España se hunda. Todo sea por tratar de evitar el previsible descalabro del PSOE.

La revelación de la fecha electoral es el pistoletazo de salida de la carrera por habitar La Moncloa. Será, eso sí, una pugna en la que los candidatos correrán en direcciones distintas. Rubalcaba, insigne esprínter, lo hará en dirección opuesta a Zapatero. Es tal el desastre causado por el Gobierno del que el candidato socialista ha sido vicepresidente e ideólogo, que la única esperanza reside en alejarse de la desacreditada imagen de Zapatero. Vanos esfuerzos por escaparse, como Peter Pan, de su propia sombra. Rajoy, que considera que puede ganar las carreras sólo esperando a que los adversarios se cansen, correrá, simplemente, hacia noviembre. Tratará de llegar lo antes posible a las elecciones, minimizando su repercusión mediática, evitando enredarse con Rubalcaba y rehuyendo toda ocasión para meter la pata.

Lo que para los políticos es excitante, para muchos ciudadanos puede llegar a resultar desesperante. Y es que resulta cargante el egocentrismo de los políticos cuando emprenden la carrera electoral. Es cierto que hay dirigentes que se dedican a la vida pública por la sincera vocación de ayudar a su gente. Por contribuir a que los ciudadanos sean más prósperos y libres. Pero por desgracia no son la mayoría. Desde luego no son quienes gobiernan los grandes partidos. El duelo electoral no será una batalla por nuestra prosperidad, sino que será una carrera por el poder. Eso es lo que de verdad mueve a los partidos políticos. Qué se puede esperar de quienes han hecho del poder su carrera personal.

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