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Ignacio Villa

Ahora el problema son las propinas

En pleno subidón de los precios y con un Gobierno nervioso recomendando comer en Navidad conejo como forma de frenar la inflación, resulta que el problema de la economía española son las propinas. ¡Ahí es nada!

Este fin de semana el Gobierno se ha cubierto de gloria. El vicepresidente económico, Pedro Solbes, la teórica gran esperanza blanca del presidente Zapatero, ha descubierto la pólvora. Resulta que el gran problema de la economía española, el gran inconveniente que nos impide remontar el vuelo, son las propinas que los españoles dejamos al tomar un café en el bar de la esquina. Hasta ahora siempre se hablaba de la tacañería de los españoles, que nunca dejaban mucha propina, si es que dejaban alguna, cuando pagaban sus consumiciones. En Europa, en cambio, suele estar perfectamente tasado por la costumbre lo que se debe pagar, aquí habitualmente lo dejábamos a la iniciativa personal, que habitualmente es más bien tacaña. Dicho de otra forma, 10 o 20 céntimos son la propina española habitual en bares y restaurantes cuando se realiza una pequeña consumición.

Pero ahora, repentinamente, en pleno subidón de los precios y con un Gobierno nervioso recomendando comer en Navidad conejo como forma de frenar la inflación, resulta que el problema de la economía española son las propinas. ¡Ahí es nada!

Como si estuviera por encima del bien y del mal, Pedro Solbes nos ha señalado con su dedo inquisidor y nos ha acusado a todos los españoles de no saber gastar, ser incapaces de calcular con euros y ser excesivamente generosos con las propinas. ¿Es un nuevo chiste del Gobierno? ¿Ha decidido Pedro Solbes entrar en el club de la comedia? Tras una legislatura aciaga, ahora que está ya en las últimas el responsable económico del Gobierno se suelta el pelo asegurando que nuestros problemas económicos se solucionan dejando menos propina. ¡Menuda estupidez! Hacía mucho tiempo que no escuchábamos a un responsable económico decir una tontería semejante. La verdad, era difícil pensar que Solbes llegaría a ponerse al nivel dialéctico de Carmen Calvo o María Antonia Trujillo.

En todo caso, habría que ponerse a elaborar rápidamente una encuesta en bares y restaurantes y preguntar cuánto dejan los españoles de propina, pero, sobre todo, lo que hay que averiguar es el porcentaje de los ingresos que suponen en las economías familiares de camareros y cocineros. No cabe duda de que, después de estas palabras, estos trabajadores se lanzarán masivamente a votar al partido que les libre de un responsable económico que tanto interés tiene en reducir sus rentas, que generalmente no suelen ser muy boyantes. Sólo nos queda una cosa por saber: la propina que deja Solbes cuando cena en un restaurante de lujo de Madrid. No sea que el culpable de la inflación sea su propia generosidad desmedida.

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