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POR QUÉ EL ESTADO SÍ ES EL PROBLEMA

Economía para católicos no liberales

El historiador Thomas Woods vuelve a las librerías españolas un año después de la publicación, también en Ciudadela, de Cómo la Iglesia construyó la civilización occidental. En esta ocasión, con Por qué el Estado sí es el problema, una defensa clara y contundente del mercado libre, frente a tanto tópico liberticida e intervencionista como hay por ahí.

El historiador Thomas Woods vuelve a las librerías españolas un año después de la publicación, también en Ciudadela, de Cómo la Iglesia construyó la civilización occidental. En esta ocasión, con Por qué el Estado sí es el problema, una defensa clara y contundente del mercado libre, frente a tanto tópico liberticida e intervencionista como hay por ahí.
Por fortuna, desde La economía en una lección de Hazlitt han aparecido varias obras de divulgación de muy alto nivel. Lo que hace de Por qué el Estado... un texto único es el público al que va dirigido: los católicos conservadores liberticidas, que son unos cuantos; lo cual no debería resultar extraño, si tenemos en cuenta que estamos hablando de una confesión religiosa con 1.100 millones de fieles y que la fobia al libre mercado está a la orden del día en nuestras sociedades.
 
Está muy extendida la idea de que, en materia económica, y debido a lo contenido en determinadas encíclicas papales, los católicos han de tener inclinaciones anticapitalistas e intervencionistas. Pues bien, Woods considera que se trata de una idea profundamente errónea. El catolicismo puede emitir juicios morales, pero no tiene la capacidad para marcar el rumbo de la ciencia. La realidad es aprehensible mediante el uso de la razón, y pretender obligar en conciencia con afirmaciones erróneas que corresponden al ámbito científico sólo va en detrimento de la fe y del objetivo católico de combinarla con la razón:
No puede ponerse objeción a que los clérigos digan que las iglesias deberían construirse con los materiales más sólidos para que puedan permanecer en pie el mayor tiempo posible. Pero van más allá de su competencia como clérigos y de su capacidad de comprometer las conciencias de los creyentes en cuanto dicen: "Los mejores materiales de construcción son A, B y C y las mejores técnicas que deben usarse son X, Y, Z".
Muchos papas y ministros de la Iglesia han querido asumir el rol de arquitectos sociales y hacer reinar la moral por medio de la legislación. Pero del mismo modo que no tiene sentido que legislen sobre ingeniería o matemáticas, tampoco lo tiene que lo hagan sobre economía. "Si unos cuantos papas hubieran dicho que dos más dos sumaban cinco, no habría tenido sentido llamar disidente a quien discutiera tal aseveración y dijera que sumaban cuatro", anota Woods. Y es que, como advertía Mises al final de su magistral La acción humana, "la incapacidad de aplicar las enseñanzas de la ciencia económica no anulará la economía, sino que destruirá la sociedad y la raza humana". Pretender que las leyes de la economía pueden moldearse, o que son contingentes, es un error de primer orden que tiene consecuencias fatales.
 
Woods no dedica su libro a explicar a los católicos antiliberales por qué el capitalismo es moralmente superior a otros sistemas económicos, sino a enseñarles economía (de hecho, en algunas partes nos recuerda al mejor Hazlitt) y a cuestionar los resultados morales de las prescripciones intervencionistas.
 
Así, después de demostrar que las subidas salariales promovidas por los sindicatos no pueden incrementar el nivel de vida de toda la sociedad, Woods pregunta lo que sigue a aquellos católicos que consideran que los sindicatos son una herramienta adecuada para conseguir mejorar el bienestar familiar:
¿Qué podemos decir sobre las políticas cuyo resultado inevitable es el desempleo de muchos padres de familia, o que muchos otros se vean relegados a áreas de trabajo menos remuneradas que aquellas de las que han sido apartados debido al incremento artificial de los salarios (forzado por los sindicatos)?
Woods no se limita a exponer los principios y leyes de la ciencia económica, también recorre obras de católicos que llegaron a muy incisivas conclusiones en la materia, especialmente los escolásticos de Salamanca. El autor se pregunta retóricamente si cabría tildar de herejes a pensadores tan notables como Luis de Molina, Juan de Lugo, Martín de Azpilcueta o Juan de Mariana por haber alcanzado conclusiones acertadas que, en principio, van contra lo defendido en varios documentos de la doctrina social de la Iglesia. Y es que aún hoy los católicos socialistas pretenden extender la autoridad de Roma a materias, como la economía, que quedan por completo fuera del alcance de la fe.
 
Cara interior de la Cúpula de San Pedro.Nuestro autor no pretende demostrar que el catolicismo deba tender necesariamente hacia el liberalismo, y en particular hacia la Escuela Austriaca. Citando a Daniel Villey, sostiene que la teología católica "no excluye el pluralismo de opiniones sobre temas profanos", por lo que en principio podrían convivir diversas doctrinas dentro de los dogmas de fe católicos.
 
Con todo, este desideratum parece abrir las puertas al relativismo científico dentro de la Iglesia. La fe católica no debería tratar de insertarse en cualquier marco teórico sobre la realidad. La fe debe convivir con la evolución científica y aceptar que se desarrolla dentro de ella. En ese sentido, no cabe la compatibilidad de la fe con cualquier doctrina, precisamente porque la fe no puede ser un salvoconducto para la negación de la realidad.
 
Cuestión distinta es que la Iglesia deba adoptar una postura oficial sobre determinados temas que recaen fuera de sus competencias, como por ejemplo la economía. Aunque sólo las leyes económicas verdaderas sean compatibles con la aprehensión adecuada del mundo, la Iglesia no debería condenar los errores en materia económica, pues no nació con semejante propósito.
 
En cualquier caso, pese a que Por qué el Estado... tenga como objetivo principal sacudir a los católicos intervencionistas, su lectura puede resultar muy placentera para cualquier persona, sea o no católica. Como digo, se trata de una muy buena combinación divulgativa de teoría económica e historia del pensamiento que puede resultar de gran utilidad para todos los profanos en esta ciencia social.
 
 
THOMAS E. WOODS JR.: POR QUÉ EL ESTADO SÍ ES EL PROBLEMA. Ciudadela (Madrid), 2008, 368 páginas.
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