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Pío Moa

Libia, Gibraltar, Suiza

Por muchas razones, la posición exterior de España debiera asemejarse a la suiza. Algunos aseguran que eso nos llevaría al aislamiento, pero eso apenas si vale como fantasía malintencionada.

¿Por qué participa España en la agresión a un país como Libia, que no amenaza a nadie desde hace años? El pretexto del ataque de Gadafi "a su propio pueblo" es tan grotesco que en sí mismo manifiesta el absoluto desprecio de nuestros políticos y prensa al pueblo español, a su propia opinión pública. No acierto a entender qué intereses concretos hay detrás de tal aventura, en la que parecen especialmente empeñadas Francia e Inglaterra, pero desde luego no son intereses españoles. Una explicación posible remite a presiones de Francia, a la cual está enfeudada una parte excesiva de nuestra economía. Puede ser. Aunque en un plano muy general nuestros intereses coinciden con los del país vecino, en muchos planos concretos difieren y hasta chocan, como quedó de relieve en la crisis de Perejil, por poner un pequeño ejemplo. Lo único claro es que el Gobierno español, delincuente por otros motivos, lo es también por este.

También cabe decir que en un plano muy general coinciden nuestros intereses con los británicos, pero no así en muchos aspectos concretos. La manifestación más restallante de esa diferencia la encontramos en la permanente humillación a España que supone la colonia de Gibraltar. Precisamente en los últimos tiempos, los británicos han multiplicado sus insolencias y atropellos, sin que el Gobierno español (delincuente, insisto, por varios motivos) haya mostrado la más mínima dignidad ni defensa de nuestros intereses.

España carece de una verdadera doctrina en política exterior, y no ha sacado las lecciones de la experiencia histórica. Tradicionalmente, nuestro país ha salido perjudicado, a veces tremendamente, de la injerencia en los asuntos al norte de los Pirineos. Y se ha beneficiado no menos cuando se ha mantenido al margen de ellos, como en las dos últimas guerras mundiales. Por muchas razones, la posición exterior de España debiera asemejarse a la suiza. Algunos aseguran que eso nos llevaría al aislamiento, pero eso apenas si vale como fantasía malintencionada. Nadie duda de que Suiza se inscribe por todo en la cultura occidental, de que mantiene relaciones económicas y de todo tipo con el resto de Europa y del mundo mucho más intensas y fructíferas, proporcionalmente, que las de la "integrada" España. Y sin embargo no está en la OTAN ni en la UE y a duras penas ha aceptado entrar en la ONU. Ya discutiré el asunto con más detenimiento, pero baste aquí recordar un dato al que me he referido en La Transición de cristal: en los años 60 y primeros 70, España, "sin estar en Europa" como suelen decir nuestros ignaros políticos, creció económicamente más aprisa que cualquier otro país europeo. Cuando "entró en Europa", por seguir con la memez, su crecimiento descendió y tardó decenios en recuperar el grado de convergencia de 1975 en renta per cápita. Y lo recuperó a costa de un grado de supeditación política y económica mucho mayor que antes.

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