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El apego de Francisco Rubio Llorente a La Internacional

(Libertad Digital) Todo el mundo habla de respetar las instituciones. El presidente del Gobierno dice que respeta como nadie las instituciones. María Teresa Fernández de La Vega acusa al PP de no respetar las instituciones. La fiscal Olga Sánchez se considera una institución incomprendida. Incluso José María Aznar, en su libro Cartas a un joven español, afirma que la libertad necesita de instituciones sólidas.
 
Pero, ¿se respetan las instituciones a sí mismas?
 
Una anécdota que es algo más que una anécdota arrojará algo de luz sobre esta palpitante cuestión.
 
Ocurrió el pasado 20 de octubre, en Aranjuez, durante el almuerzo de clausura de las IX Jornadas de la Función Consultiva, según ha podido saber Libertad Digital de fuentes de la máxima solvencia que estaban presentes en el comedor.
 
Servido el postre, el presidente del Consejo de Estado, Francisco Rubio Llorente, se levantó y cantó La Internacional. De la primera a la última nota. ¿Será su propuesta de letra para el Himno Nacional? El resto de los comensales, consejeros, letrados, funcionarios de órganos consultivos de todo el país, contemplaban el espectáculo con los ojos abiertos como platos o husmeaban discretamente las copas a ver si, en vez de Rioja, habían servido absenta, que casa fatal con la carne. Todo un testimonio del grado de respeto institucional y misericordia estética de algunos padres de la patria.
 
En los próximos días, la OTAN elegirá a su nuevo jefe militar, un puesto para el que España postula al JEMAD, General Félix Sanz Roldán.
 
El Confidencial Digital asegura este miércoles que "España tiene promesas concretas, por parte de los norteamericanos, de que su candidato será el general español". En el Ministerio de Exteriores, se lo toman con cautela: "Hemos recibido promesas. Otra cosa es que de verdad vayan a votar".
 
El voto en la reunión del Consejo de Jefes de Estado Mayor será secreto, lo que deja en el aire las opciones reales del General Sanz Roldán. Por otro lado, es un hecho que la reticencia del Gobierno de Rodríguez Zapatero a aumentar el contingente de tropas en la misión que la Alianza Atlántica mantiene en Afganistán no favorecen, precisamente, al candidato español. Habrá que esperar.
 
Cambio de tercio. Ha sorprendido en un sector de los afiliados y simpatizantes del PP la salida de Fernando Maura del partido. El parlamentario vasco ha comunicado que se da de baja, abandona su escaño y se pasa Unión, Progreso y Democracia (UPD), el nuevo partido de Rosa Díez, Fernando Savater y Mikel Buesa.
 
El movimiento es significativo por varias razones: en primer lugar, confirma que la "transversalidad" ideológica declarada por los fundadores de UPD no es un mero formulismo retórico; Díez, Savater y Buesa no quieren ser etiquetados como un partido de disidentes de izquierda.
 
En segundo lugar, indica que las relaciones entre el PP y UPD no van a ser precisamente cordiales, al menos, durante la fase de competencia electoral. Se confirma que UPD no le hará ascos a ningún sector del electorado. No van a morder sólo en el mercado del PSOE, si es que muerden algo aquí. Su caladero parece estar localizado, más bien, en ciertos votantes del PP.
 
¿Por qué dejarían esos votantes de apoyar la única alternativa real al PSOE? Se admiten hipótesis: los habrá que consideren que Rajoy ha cedido demasiado a sus barones territoriales en la cuestión de los Estatutos, o que no ha sido lo bastante firme en su oposición a Zapatero; y los habrá, también, que piensen más bien lo contrario, que la oposición del PP ha sido demasiado bronca. ¿Qué grado tendría ese hipotético trasvase en Madrid, si UPD presenta a uno de sus pesos pesados y el PP cede a la ambición del alcalde Gallardón y lo incluye en sus listas?
 
En todo caso, se avecina una competencia electoral complicada del PP y UPD.

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