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Thomas Sowell

Ayer y hoy

¿Qué pasaría si la gente, las instituciones y las posturas de hoy fueran trasladadas de alguna manera atrás en el tiempo hasta la Segunda Guerra Mundial? ¿Cuál habría sido el resultado? ¿Habríamos terminado ganando o perdiendo esa guerra?

Los que somos suficientemente mayores como para recordar la Segunda Guerra Mundial tenemos que enfrentarnos a muchos recordatorios dolorosos de lo mucho que ha cambiado el comportamiento de los norteamericanos en lo que a la guerra respecta. Por aquel entonces, el contrincante del presidente que perdió en las elecciones de 1940, Wendell Wilkie, no sólo apoyaba la guerra, sino que se convirtió en enviado personal del presidente Roosevelt para el primer ministro de Gran Bretaña, Winston Churchill.

Estábamos metidos todos juntos en aquello y lo sabíamos. La gente que había sido tremendamente crítica con la política exterior norteamericana antes de ser atacados en Pearl Harbor permanecía en silencio y se dedicaba a ganar la guerra.

¿Qué pasaría si la gente, las instituciones y las posturas de hoy fueran trasladadas de alguna manera atrás en el tiempo hasta la Segunda Guerra Mundial? ¿Cuál habría sido el resultado? ¿Habríamos terminado ganando o perdiendo esa guerra? Por ejemplo, ¿qué hay de la gran exigencia del momento, la del alto el fuego?

Resulta que la Segunda Guerra Mundial tuvo el mayor alto el fuego de la historia. Se llamó "la guerra anómala" porque, aunque Francia estaba oficialmente en guerra con Alemania, los franceses lucharon muy poco durante meses, mientras el grueso del ejército alemán se encontraba en Polonia y Francia tenía una aplastante superioridad militar en el frente occidental. El aclamado corresponsal William L. Shirer informaba del frente occidental "irreal", con soldados "de ambas partes mirando, pero no disparando". Los soldados alemanes se bañaban en el Rin y arrojaban agua a los soldados franceses de la otra orilla, que respondían.

Durante este periodo, Hitler se ofreció a negociar la paz con Francia e Inglaterra. A Kofi Annan le habría encantado.

El 19 de diciembre de 1939, el periódico de Shirer informaba: "Durante dos meses no ha habido acciones militares por tierra, mar o aire". El 1 de enero de 1940 escribía, "este tipo anómalo de guerra no puede prolongarse mucho". Pero habían pasado exactamente cuatro meses desde que se declarase la guerra. ¿Qué tal eso como alto el fuego?

¿Llevó este alto el fuego de facto a la paz? No. Al igual que los demás alto el fuego, ayudó al agresor. Dio el tiempo suficiente a Hitler como para desplazar sus divisiones desde el frente oriental, después de haber conquistado Polonia, hasta el frente occidental, frente a Francia. En cuanto la superioridad militar a lo largo del Rin cambió a favor de los ejércitos alemanes, la guerra pasó súbitamente de ser anómala a ser devastadoramente real. Hitler atacaba y Francia se venía abajo en seis semanas.

Eventualmente, hacia 1945, los ejércitos aliados tenían tanto a Alemania como a Japón en retirada. ¿Qué habría sucedido si hubiésemos tenido entonces en marcha tanto a Kofi Annan como a esa mentalidad sentimental llamada "opinión mundial"? Kofi Annan habría pedido sin duda un alto el fuego.

Podría haber señalado que la respuesta norteamericana contra Alemania era completamente "desproporcionada" porque los alemanes nunca habían desplazado tropas a Estados Unidos ni bombardeado ciudades norteamericanas. Ciertamente, no había ninguna amenaza real para Estados Unidos en ese momento. Por otro lado, gran parte de la flota japonesa se encontraba ya en el fondo del océano y la mayor parte de sus aviones habían sido derribados. ¿Por qué no negociar un acuerdo con el fin de ahorrar vidas civiles inocentes?

¿Qué hubiera pasado si hubiéramos hecho caso a semejante discurso? Sin duda, Alemania y Japón habrían firmado algún tipo de acuerdo negociado con el fin de quitarse de encima a los ejércitos aliados y ganar tiempo. Ambos países tenían programas para construir bombas nucleares. Uno de los últimos actos de los nazis antes de rendirse fue enviar material a Japón a través de submarinos para ayudar a impulsar su programa nuclear.

Cualquier paz que pudiéramos haber negociado con Japón habría dado tiempo a los japoneses para desarrollar no sólo tecnología nuclear, sino también aviones de guerra cuyos planos habían sido recibidos de Alemania, que disponía de los aviones más avanzados del mundo en aquella época.

No hay la más mínima duda de que Japón no habría vacilado en absoluto en soltar bombas nucleares sobre ciudades norteamericanas. Y años después no se habrían echado las manos a la cabeza preguntándose qué habían hecho, como demasiados norteamericanos han hecho con Hiroshima y Nagasaki.

Pero es que nosotros no dejamos de disparar hasta que nuestros enemigos estuvieron derrotados. Y a Kofi Annán y a la "opinión mundial" de hoy, eso no le habría gustado.

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