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Víctor Cheretski

Corrupción institucional

Unos 180 millones de rublos (6 millones de dólares) han desaparecido el último año del presupuesto conjunto de la Unión Ruso-Bielorrusa, una especie de coordinadora para promover las relaciones entre los dos países vecinos. Estos son los datos sacados a la luz por la Cámara de Cuentas rusa y el Comité de Control Estatal de la república de Bielorrusia. Se trata casi de un 10% del presupuesto anual de este organismo. Los informes señalan que el dinero fue gastado “sin fines concretos”, lo que significa “robado” en el lenguaje de los burócratas rusos.

El periódico digital moscovita “RBK”, uno de los pocos medios que todavía sigue sin amordazar, señala que no es ningún secreto quién es el autor material del último robo. Todo indica que se trata del mismísimo secretario general de la Unión, Pável Borodín. Este personaje es “famoso” por su protagonismo en el escándalo “Mabetex-Mercata”, que sigue siendo investigado por la fiscalía suiza. A mediados de los 90, el entonces intendente del Kremlin, Borodín, recibió unos 25 millones de dólares en concepto de comisiones por haber contratado a dos constructoras suizas propiedad de un dudoso empresario kosovar, Bedjet Pakolli. Otros 35 millones de comisiones fueron distribuidos entre los miembros de la “familia” del presidente Yeltsin, sus hijas y sus colaboradores más íntimos. Así, la reforma del palacio del Kremlin le costó al contribuyente ruso más que construir tres nuevos.

Por supuesto, el escándalo de la corrupción no interrumpió la carrera política de Borodín. Al contrario, tras pasar cierto tiempo en una cárcel estadounidense por una orden de busca y captura suiza, ha sido considerado “héroe nacional” a su regreso. No es de extrañar: era un miembro de la “familia” que aportó bastantes dividendos al clan yeltsinista y, por supuesto, ha conocido todos los secretos más morbosos del antiguo mandatario. Pero lo que puede asombrar a la gente poco informada es la capacidad de Borodin de haber sobrevivido al régimen alcoholizado y perverso de Yeltsin.

Sigue ocupando un cargo político importante. Por supuesto, no es porque el presidente Putin o alguien de sus colaboradores tengan mala memoria. Más bien al contrario. El insumergible Borodín conserva sus posiciones en la sociedad rusa y se permite seguir robando los fondos del Estado simplemente porque el actual presidente le debe su carrera política. Ha sido el antiguo intendente del Kremlin quien trajo a Moscú a un desconocido y mediocre teniente coronel retirado del KGB para lanzarle a la cúpula del poder en Rusia. Es su padrino político.

En un reciente seminario en Moscú, un destacado politólogo ruso, Andrey Illariónov, confesó que la corrupción no sólo no ha desaparecido con el régimen de Putin sino que, al contrario, ha adquirido un “carácter institucional”; ahora es más organizada y está controlada desde el poder.

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