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Ricardo Medina Macías

Gravar el conocimiento es una pésima idea

La doctora Orozco es una destacada especialista en biología molecular, a quien no se le deben escatimar méritos como investigadora científica, pero su propuesta es una tontería del tamaño del Océano Pacífico.

El hecho de que uno sea un buen científico –dedicado, digamos, a la biología molecular– no quiere decir que por ese hecho haga propuestas inteligentes de política tributaria.

La doctora Esther Orozco es la primera directora del flamante Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal en México y ha propuesto la siguiente barbaridad: "Queremos proponer a las entidades correspondientes un impuesto al conocimiento importado. Que las industrias y las empresas que decidan contratar personal y tecnología extranjera paguen un impuesto para preparar mejor a los mexicanos".

La doctora Orozco es una destacada especialista en biología molecular, a quien no se le deben escatimar méritos como investigadora científica, pero su propuesta es una tontería del tamaño del Océano Pacífico. Encarecer el conocimiento sólo porque ese conocimiento proviene del extranjero es una propuesta primitiva que, de aplicarse, sólo lograría aislar a México de la economía del conocimiento y agravar el atraso del país en productividad y, por lo tanto, en bienestar. Ni siquiera beneficiaría a los científicos e investigadores mexicanos, que es a quienes Orozco pretende otorgar una ventaja frente a sus homólogos extranjeros.

A todas las discapacidades y taras competitivas que le hemos fabricado a México –protegiendo a productores ineficientes y depredadores del mercado, sea en producción agrícola, en telecomunicaciones, en transporte y en algunas industrias manufactureras– añadiríamos una barrera proteccionista más: la de los conocimientos científicos y tecnológicos.

Es realmente extraño que una científica competente como la doctora Orozco ignore la importancia crucial de que el conocimiento no tenga nacionalidad, fronteras ni barreras. ¿Estaría dispuesta la doctora Orozco a pagar un impuesto para enterarse de los hallazgos de sus colegas del departamento de biología molecular de la Universidad de Princeton o por conocer a los avances del Proyecto del Genoma Humano del Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos? ¿Estaría encantada de pagar un impuesto –que nadie paga en ningún lugar del mundo– sólo por acceder a la impresionante base de datos del Instituto Suizo de Bioinformática?

Doctora Orozco: ¿cómo cree usted que se lograron los avances científicos y tecnológicos que alcanzados por China, los tigres asiáticos, la India y otros países? ¿Encareciendo o abaratando el conocimiento? Sabe perfectamente la respuesta. No juegue a la política barata, aunque esté en el equipo del jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, y dedíquese a la ciencia.

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