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Alberto Recarte

Aprenda a calcular el crecimiento económico de España, 2

Las posibilidades de las empresas españolas de seguir creciendo o de continuar modernizándose son inferiores hoy a las de hace unos años.

El presente ensayo de Alberto Recarte, que publicamos en cuatro entregas, constituye una inestimable ayuda para comprender el crecimiento económico de España y el método para calcularlo. Dedicada especialmente a los lectores de Libertad Digital, esta nueva serie de artículos analiza los cambios en el modelo de crecimiento español y permite pronosticar cómo será en años venideros. Cualquier duda o consulta sobre este artículo será, como siempre, respondida en el consultorio económico de Libertad Digital Televisión: tomasyrecarte@libertaddigital.tv. Puede consultar aquí la primera entrega.

Los siguientes apartados se han redactado con el objetivo de cuantificar de alguna forma el modelo de crecimiento actual, es decir, cuál es numéricamente el tamaño de sus desequilibrios; cómo, previsiblemente, se va a producir el cambio de modelo; y en qué sentido ese cambio afectará al crecimiento, durante unos años, de la economía española.

Los españoles, en conjunto, producimos como cien y gastamos como ciento ocho; eso ocurrió, concretamente, en 2006. Gastan tanto las familias como las empresas y las Administraciones Públicas, y lo hacen tanto en consumo como en inversión. Una situación de este tipo, con ese exceso de gasto general, no es sostenible en el tiempo porque ese proceso se traduce en que aumenta, año a año, el endeudamiento. No de todos en esta ocasión, pero sí de familias y empresas.

El endeudamiento de las Administraciones Públicas se reduce porque nuestro sistema fiscal es muy elástico y recauda sobre la base no de nuestro crecimiento real, sino del crecimiento monetario y más que proporcionalmente. Eso quiere decir que si el crecimiento real es el 4% y la inflación del 3%, los impuestos –los más importantes– se recaudan sobre la base de un 7% de aumento. En el caso de IRPF eso puede suponer aumento de recaudación del 10%-14%, por el carácter progresivo de dicho impuesto.

España, como conjunto económico y descontados sus activos en el exterior, tiene una deuda neta con el exterior del 58% del PIB, alrededor de 600.000 millones de euros, cifra que se aproximará a los 700.000 millones a finales de 2007. Esa deuda neta era prácticamente inexistente a mediados de los noventa y era, básicamente, deuda de las Administraciones Públicas. Si sobre esa cifra de 700.000 millones de euros se pagaran intereses, lo que no ocurre pues son muchas las inversiones directas y de cartera, el pago por intereses podría ascender –al 4% anual– a 28.000 millones de euros; casi el 3% del PIB, frente a casi cero hace doce años. Una transferencia sustancial de pagos al exterior por la financiación exterior que hemos necesitado para mantener nuestra enorme Formación Bruta de Capital.

Ese endeudamiento puede ser positivo o negativo, en función de para qué se han utilizado esos préstamos. Pero es oportuno recordar que la inversión en vivienda, en concreto, no es a corto plazo la más productiva de las actividades, por más que incentive el ahorro y promueva la responsabilidad en el seno de las familias.

A continuación se exponen algunos datos del endeudamiento familiar y empresarial, para poder valorar hasta qué punto están endeudadas las familias y las empresas, así como su ritmo de crecimiento desde 1996 hasta 2006.

El endeudamiento familiar

Cuadro 1
Indicadores de posición patrimonial de los hogares e instituciones sin fines de lucro (ISFLSH)
Ratios de endeudamiento
Cuadro 1
(1) RBD: Renta Bruta Disponible

La deuda en relación a la renta bruta disponible de las familias se ha multiplicado por tres en este periodo (del 42 al 122%), pero también es verdad que la riqueza de las familias ha aumentado sustancialmente en ese mismo periodo. Como en parte ha sido consecuencia del incremento de precios de los activos inmobiliarios, si los precios de los inmuebles se redujeran la deuda aumentaría en relación a la riqueza neta y afectaría al consumo y la inversión privada.

Por eso es significativo el cuadro número 2, en el que figuran los pagos por intereses y amortizaciones que, después de unos años de estabilización, están subiendo aceleradamente, reduciendo, por tanto, las posibilidades a invertir o consumir; excepto si las familias continúan endeudándose.

Cuadro 2
Indicadores de posición patrimonial de los hogares e ISFLSH
Carga financiera (1)

Cuadro 2

El endeudamiento empresarial

La deuda con respecto a los resultados brutos de explotación de las empresas más sus ingresos financieros ha crecido en estos diez años del 220 al 520%.

Cuadro 3
Indicadores de posición financiera de las sociedades no financieras
Deuda/RBE + IF
Cuadro 3
(1) RBE + IF: Resultado Bruto de Explotación más Ingresos Financieros.


Cuadro 4
Indicadores de posición financiera de las sociedades no financieras
Carga financiera por intereses
Cuadro 4

Al igual que en el caso de las familias, la expansión de las empresas, en la medida en que se hace progresivamente cada vez más con endeudamiento, está empezando a dejarse sentir en su carga financiera, que da la impresión de haberse disparado por más que los resultados empresariales sigan siendo muy buenos. Pero estos resultados dependen del mantenimiento de la cifra de ventas totales. Por eso, una situación de menor crecimiento de la economía española o de estancamiento de sus ventas tendría efectos muy negativos en los resultados, porque la carga por intereses se dispararía, máxime si dichos tipos siguen aumentando.

En cualquier caso, las posibilidades de las empresas españolas en su conjunto de seguir creciendo o de continuar modernizándose son inferiores hoy a las de hace unos años.

La Formación Bruta de Capital

El endeudamiento que se recoge en esos cuatro cuadros se ha producido aunque el ahorro total sea significativamente alto (22,5% del PIB); una tasa incluso superior a la de muchos países de nuestro entorno. Lo que ha ocurrido es que se ha disparado tanto la inversión de las familias y las empresas como la de las Administraciones Públicas (más del 30% del PIB en 2006).

En el cuadro 5, que figura a continuación, se observa cómo se ha distribuido esa inversión. De un total equivalente al 30,3% del PIB, alrededor de 300.000 millones de euros, la inversión en viviendas es el 9,5% del PIB, la inversión en otro tipo de construcciones (infraestructuras e inmuebles diferentes de las viviendas) es del 8,4%, la inversión en bienes de equipo del 7,4% y la inversión en otra serie de actividades el 4,4% del PIB.

Cuadro 5

  2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006
Formación Bruta de Capital (Total) 26,3 26,3 26,6 27,5 28,3 29,4 30,3
Bienes de equipo 8,1 7,6 7,0 6,8 6,7 7,0 7,4
Vivienda 6,1 6,4 7,0 7,7 8,3 8,3 9,3
Construcción distinta de la vivienda 7,2 7,4 7,6 7,7 7,7 8,2 8,4
Otros 4,9 4,9 5,0 5,3 5,6 5,9 4,4

Expresado en % del PIB de cada año
Fuente: INE y Banco de España

Nuestro déficit de ahorro y nuestro déficit de balanza por cuenta corriente de capital

Nuestro déficit de ahorro a nivel nacional es idéntico, por definición, a nuestro déficit de balanza de pagos por cuenta corriente y por cuenta de capital. En total, en 2006, el 7,8% del PIB. En 2007 esa cifra va a aumentar posiblemente hasta aproximadamente un 9% del PIB, más de 90.000 millones de euros. En este ejercicio, esa cuenta del déficit de ahorro se va a incrementar no por un mayor deterioro de nuestra balanza comercial y de servicios, sino por las transferencias al exterior de envíos (remesas) de inmigrantes a sus países de origen, por el aumento del pago de intereses al exterior por nuestro endeudamiento y por las menores transferencias netas de la Unión Europea a las Administraciones Públicas españolas.

El aumento de la población y del empleo

Esos datos, en concreto los de una inversión tan elevada, no se explican sin el aumento de la población inmigrante y de la población ocupada, un crecimiento que ha sido posible, a su vez, no sólo por el aumento de mano de obra inmigrante sino por la incorporación de la mujer española al mercado de trabajo.

En concreto, la población ha crecido, en los últimos 8 años, a un ritmo de 600.000 personas por año, lo que, sobre los 40 millones de habitantes de 1999, significa un crecimiento promedio del 1,5% anual, aproximadamente. Y la población ocupada ha crecido a un ritmo del 3% anual acumulativo. Ambas cifras son extraordinariamente altas y explican el crecimiento cuantitativo de la economía española. Una evolución que no habría sido posible, por otra parte, sin otras causas, como el descenso de los tipos de interés en el periodo 1996- 1999, las reformas del periodo 1994-2002, y, en concreto, el proceso de privatización de empresas públicas y las dos reformas fiscales del Gobierno Aznar.

Ese aumento de la población ocupada, en torno al 3%, con tipos del 5% en algunos trimestres, explica a su vez el crecimiento del consumo privado, que ha estado aumentando a tasas superiores al 4% en el conjunto de estos años. Aunque la relación entre el incremento del empleo y del consumo privado no es automática ni estable, si hay una correlación y si el empleo deja de crecer o crece sólo al 1% será muy difícil que el consumo privado crezca muy por encima del 2% anual.

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