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Amando de Miguel

Literatura y política

A mi modo de ver, para Zapatero, el enemigo externo es la civilización norteamericana, el enemigo interno es la imaginada extrema derecha y el enemigo anterior es Aznar. A su vez, la extrema derecha y Aznar son los supérstites del franquismo.

Javier Rodríguez Val comenta una encuesta de El Mundo, la que investiga las opiniones frente al debate sobre el estado de la nación. Lo que le choca a don Javier es que le 59% de los entrevistados reconocen que no han seguido el debate, pero el 76% de los entrevistados tienen opinión sobre quién ha ganado el debate. No tengo los datos a mano, pero lo lógico es que la base del 59% sea el conjunto de la muestra entrevistada, mientras que el 76% responda a la base de los que han seguido el debate. Si no fuera así, efectivamente, el argumento resultaría chocante. Lo que a mí me llama más la atención es que haya un 41% de españoles que han seguido el debate. Me parece una cifra exagerada. En las entrevistas no cuesta nada decir "sí" cuando ha sido que "no" o cuando, como en este caso, se ha seguido el debate solo parcialmente. Francamente me preocuparía la salud mental de los españoles si el 41% de los adultos hubieran seguido el debate sobre el estado de la nación de cabo a rabo. Ni siquiera lo siguieron, de forma completa, el 41% de los diputados. La verdad es que aquello no fue un debate, ni mucho menos lo fue sobre el estado de la nación.

El ministro Bermejo, que lo es de Justicia y notario mayor del Reino, ha escandido en el Senado un poema de su invención. Digo bien que lo inventó, pues quiere ser una décima afrancesada con estrambote, pero con tan quebrados versos y tan caprichosa rima que más parece prosa poética. Será mejor decir que es producto de una oceánica nesciencia literaria. O quizá sea una deposición progresista para iniciados. Sea como fuere, he aquí el engendro del estro bermejo, una especie de sátira sobre los resultados electorales de Madrid. Manejo la transcripción de La Razón:

Bonita foto en Madrid
hayan bien los triunfadores
mas trasvasar resultados
más allá de aquesta lid
a fuer de audacia y desliz
es contar mal lo contado,
y se vuelve en un pas pis
contra quien haya ganado,
y habiendo perdido allí
resultará derrotado
mal aquí y allí.

Una composición así significaría el suspenso automático de un estudiante de Literatura en cualquiera de los cursos de bachillerato. El único consuelo que queda es el ideal socialista de igualdad. Un analfabeto puede exhibirse como ministro de Justicia y notario mayor del Reino.

Jaime Lerner (Tel Aviv, Israel), siempre tan curioso, me envía un estupendo artículo de Marcos Aguinis, publicado en La Nación de Buenos Aires. Se titula El hipnótico modelo populista, pensado para caracterizar los nuevos populismos que florecen –como los cardos primaverales– en toda Hispanoamérica. Lo interesante para un lector como yo es que algunas trazas de ese modelo se aplican muy bien al actual régimen español del ciudadano Zapatero. Por ejemplo, la obsesión que tiene el caudillo populista de "crear un enemigo externo, un enemigo interno y un enemigo anterior". A mi modo de ver, para Zapatero, el enemigo externo es la civilización norteamericana, el enemigo interno es la imaginada extrema derecha y el enemigo anterior es Aznar. A su vez, la extrema derecha y Aznar son los supérstites del franquismo.

A los rasgos anteriores, negativos, se añade –según Aguinis– "el cultivo de la utopía". Es decir, la promesa de que se avanza hacia un futuro espléndido. Es un espejismo que se machaca con tenacidad, lo mismo que echarles la culpa a otros y al pasado para encubrir la ineficiencia de la gestión actual y tapar los síntomas del deterioro. La hipnosis de repetir que se han logrado resultados brillantes con este modelo populista, y que serán aún mejores, no deja de aturdir y convencer". Obsérvese con qué clarividencia se ajustan los perfiles de ese modelo al régimen zapateril. Por lo mismo se aplican algunas de las consecuencias del modelo de Aguinis: "culto a la personalidad, ausencia de controles republicanos (= cívicos), inestabilidad jurídica, falta de visión estratégica, creciente crispación del odio, el objetivo excluyente de mantenerse en el poder a toda costa". Todos esos rasgos "sabotean el progreso real".

José María Navia-Osorio comenta, una vez más, la obsesión de los que mandan por la figura –más bien mediocre– de Clara Campoamor. Ahora quieren los progresistas que la efigie de doña Clara figure en las monedas. Me temo que, al paso que van las cosas, el Instituto Cervantes se llamara "Instituto Dulcinea".

Continúa don José María, tan politizado él. Comenta lo que debería ser obvio a propósito de la tesis zapateril de que Navarra será lo que quieran los navarros. Según esa lógica –sigue don José María– las Vascongadas serán lo que quieran los vascos, Galicia lo que quieran los gallegos, etc. Concluye: "Está loco [Zapatero]. España será lo que quieran los españoles y no lo que quiera una parte de ella". Ese es el meollo del cogollo del embrollo.

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