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Agapito Maestre

Endemoniados y grotescos

Quizá entonces gane el PP, pero ya será tarde, demasiado tarde, para dar marcha atrás, para corregir y rectificar la destrucción de la nación que han llevado a cabo estos personajes junto al resto de los nacionalistas.

Es un hombre fascinante para su pueblo. Pero sospecho que la cabra de la Legión haría correr de miedo a Ibarreche. Ese político rural, que exige a Zapatero que lo trate como a los de ETA, está envalentonado. No es para menos, mientras se sienta apoyado por los criminales de ETA por un lado, y por un Gobierno que, por otro lado, lo necesita para formalizar el contrato final de un sedicente Estado confederal, que ya está funcionando de hecho en una España a la deriva. Ibarreche, pues, seguirá amenazando a todos los españoles de bien con chulerías y mentiras. "El camino no es insultar, ni descalificarme", dice retadoramente el político rural, sino aceptar que los españoles no son nada en este juego terrorífico que él impone en la comunidad vasca y el resto de España.

La fría violencia de sus palabras y las perversidades de sus argumentos ofrecen una curiosa correspondencia con las alabanzas que Rodríguez Zapatero le había dedicado hace tres años y medio. Desde entonces, eludiendo cualquier control democrático, estos dos políticos lo negocian todo de espaldas a la opinión pública y a oscuras. A escondidas, según las peores costumbres, este verano Ibarreche informó a Rodríguez Zapatero de sus planes para separarse de España. ¡Cuántas otras veces habrán negociado sin que lo sepamos los ciudadanos! Tratan de engañarse mutuamente. Son iguales en su maldad. El fondo de las relaciones entre estos dos personajes es tétrico, insondable. Son dos endemoniados. Tanto en el sentido de Fausto, que pierde su alma por la búsqueda del poder, como en el de Dostoyevski, que una araña maligna acaba enredada, presa, en sus hilos finísimos, estamos ante dos endemoniados.

¿Qué se le opone a ellos? Poco, muy poco, caminar agachados y esperar hasta las elecciones de marzo y dejarlo todo a merced del azar. Quizá entonces gane el PP, pero ya será tarde, demasiado tarde, para dar marcha atrás, para corregir y rectificar la destrucción de la nación que han llevado a cabo estos personajes junto al resto de los nacionalistas. Sin embargo, los del PP dicen que llamarán a capítulo Rodríguez Zapatero para que informe de lo pactado este verano con Ibarreche. Terrible. Son grotescos. En verdad, todos los ciudadanos de a pie nos sentimos grotescos ante el poderío y la maldad desplegados por estos señores de la guerra nacionalista contra la democracia, o sea, contra la nación española.

Grotescos, sí, veo a quienes todo lo confían al poder depurador de unas nuevas elecciones generales, sin percatarse de que partes claves del tejido democrático de España están sometidas a necrosis. Son células muertas. Grotescos, sí, son los dirigentes políticos que apelan a palabras inservibles. Grotescos, sí, porque están tan desposeídos del ser como del poder. No quieren enterarse de que el lenguaje matón de Ibarreche es sólo, insisto, una correspondencia de las exaltadas alabanzas, perversos elogios, del presidente del Gobierno a los separatistas vascos.

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